lunes, 15 de marzo de 2010

Vida en sordina de David Lodge


David Lodge es un estupendo escritor inglés, a quien profeso un gran cariño y que cuenta en su haber novelas de fino humor, como: Intercambios, El mundo es un pañuelo, Noticias del paraíso, Terapia y muchas más. La mayoría se desarrollan en el mundo universitario y son ingeniosas y divertidas. Son también muy interesantes sus libros dedicados a la creación y crítica literaria, como: El arte de la ficción o La conciencia y la novela.

Ahora Anagrama publica su último trabajo, Vida en sordina y cuyo original en inglés, con el título de Deaf Sentence, leí hace un par de años. Divertida y emotiva a ratos, la novela es una crónica brillante del esfuerzo de un hombre por adaptarse a la sordera, al envejecimiento y a la muerte, en suma: la comedia y la tragedia de la vida humana.

La he calificado con xxxx.
Un abrazo
Rafa

3 comentarios:

Diego dijo...

No conozco a este autor pero por lo que comentas habrá que tenerle en cuenta. Tengo ganas de que me prestes el de Hiromi Kawakami por la promesa de su lirismo intrínseco.

EStoy ahro con "Bridge en la cuarta dimensión" de Victor Mollo que le pedí a Manuel. Menos mal que lo leo en privado, porque debo poner cara de tonto sonriente con las aventuras de los jugadores.

Un abrazo.
Diego

maria losada dijo...

Yo tampoco conozco a ese autor, pero lo tendré en cuenta. Diego siquieres ya te presto " El cielo es azul...." que me aburrió bastante, creo que tenía, saturación de escritores japoneses, y tuve la impresión du " déjà vu" además llevo fatal que se hable tanto de comida y ( en esta novela están todo el tiempo comiendo) será mi lado estrecho de la vida.

Rafa dijo...

Probablemente María tiene razón y "El cielo es azul..." no sea para tanto. Pero esa novela melancólica y sentimental con su ritmo suave me hizo olvidar un poco el pilón de novelas amargas que había leído.

Algo parecido me pasó con "Vida en ..", que sin ser tan divertida como otras suyas, y tener una derivación algo sórdida, el personaje y su mundo me resutó atractivamente humano.

Un abrazo
Rafa