miércoles, 21 de septiembre de 2011

La rosa (1925) de Robert Walser (1878-1956)




Kafka,  Musil, Canetti, Bernhard, Handke, y nuestro Vila-Matas, del que hace extensa referencia en su Dr. Pasavento, hablan muy bien de este autor al que consideran un maestro por su original expresión literaria.

Confieso haber leído a los “supporters”, y muchos de sus escritos me gustaron, pero creo que gané alguna dioptría y perdí docenas de neuronas en el intento.

Robert Walser nunca buscó la notoriedad, y gustó de la discreción y la oscuridad, padeciendo una vida extremadamente dura, que recuerda a la del pintor Van Gogh.

Nace en Biel (Suiza) en 1.878. A los catorce años deja de estudiar y se pone a trabajar en diversos oficios: escribiente, empleado de banca, criado, cambiando constantemente de residencia y viviendo a salto de mata. Esta vida le gusta y le permite escribir poesía.

En 1905 va a Berlín, a casa de su hermano pintor, donde escribe sus novelas más conocidas: Los hermanos Tanner, El ayudante y Jacob von Gunten.
Durante la Gran Guerra y años posteriores mueren, primero su padre y luego, dramáticamente dos de sus hermanos, uno en un hospital psiquiátrico y el otro se suicida.

Durante los años veinte, vive en solitario en Berna y su escritura se condensa y se hace más radical. Realiza sus Microgramas, escritos a lápiz en letra pequeñísima.
Su salud mental se resiente, bebe en exceso, y padece periodos de agresividad y depresión que hacen que por voluntad propia ingrese en 1930 en un sanatorio mental suizo, donde permanece hasta su muerte en la Navidad de 1956, mientras paseaba por la nieve en los alrededores del sanatorio. No se conoce ninguna obra escrita durante este período de internamiento.

Me había gustado su narración breve El paseo, y La rosa, es el segundo libro que he leído. Escrito en 1925 es un conjunto de piezas cortas, donde se mezclan narraciones, monólogos, crítica literaria, impresiones de paseos, visiones subjetivas y otros fragmentos, muchos: únicamente esbozos, borradores, tentativas de mostrar algo, pero eludiendo hacerlo con claridad. Esa forma de escribir ocultando, quizá por pudor, lo que se quiere decir, desorienta al lector y no entusiasma. Es realmente extraño, que a diferencia de Van Gogh, no haya en estas páginas ninguna indicación de la atormentada vida de Robert Walser..

A pesar de lo dicho, el libro tiene algo seductor que pide leer más de este autor.
Le he puesto xxx

1 comentario:

Diego dijo...

Hola, Rafa. Gracias de nuevo por los comentarios sobre este libro y este autor que no conozco.
Leo en Wikipedia que, como buen suizo, era un poco desequilibrado. Cuenta José Guimón, que fue Jefe de Psiquiatría del Cantón de Ginebra, que son gentes muy especiales. Yo sospecho que algo tendrá que ver el "foehan", viento del sur que acelera al paso por los Alpes y aturde a la población de las llanuras del norte.
He leído y comentado "Los enamoramientos" de Javier Marías que recomendaste y que me prestó Chichita. Me gustó. Gracias.