miércoles, 27 de octubre de 2010

Don Quijote interactivo. Biblioteca Nacional de España. Discurso de Zigmunt Barman.

La BNE ha puesto a disposición de los ciudadanos una versión digital de las primeras ediciones del Quijote que obran en su poder, las de 1.605 y 1.615. Os recomiendo visitar la página web
http://www.bne.es/es/Colecciones/Cervantes/Quijoteinteractivo/index.html
y navegar por ella. Contiene dibujos, grabados, música de la época, listado de ediciones, zoom, etc.

Por el momento nadie  ha osado hacer un comentario sobre el Quijote de modo que voy a aprovechar la oportunidad para copiar aquí el discurso del Premio Príncipe de Asturias de comunicación y Humanidades, Zigmund Barman, pues hace mención expresa a esta novela y además un análisis de la condición humana de tratar de entender el mundo. A mí me ha gustado mucho, y espero que a vosotros también.


Discurso pronunciado por Zygmunt Barman, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2.010.

Alteza Real, Sr. Presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, damas y caballeros:

Hay muchas razones para estar inmensamente agradecido por la distinción que me han concedido, pero tal vez la más importante de ellas es que hayan considerado mi obra dentro de las humanidades y como una aportación relevante para la comunicación humana. Toda mi vida he intentado hacer sociología del modo en que mis dos profesores de Varsovia, Stanisław Ossowski y Julian Hochfeld, me enseñaron hace ya sesenta años. Y lo que me enseñaron fue a tratar la sociología como una disciplina de las humanidades, cuyo único, noble y magnífico propósito es el de posibilitar y facilitar el conocimiento humano y el diálogo constante entre humanos.

Y esto me lleva a otra de las razones cruciales de mi alegría y mi gratitud: el reconocimiento que han otorgado a mi trabajo proviene de España, la tierra de Miguel de Cervantes Saavedra, autor de la novela más grande jamás escrita, pero también, a través de esa novela, padre fundador de las humanidades. Cervantes fue el primero en conseguir lo que todos los que trabajamos en las humanidades intentamos con desigual acierto y dentro de nuestras limitadas posibilidades. Tal como lo expresó otro novelista, Milan Kundera, Cervantes envió a Don Quijote a hacer pedazos los velos hechos con remiendos de mitos, máscaras, estereotipos, prejuicios e interpretaciones previas; velos que ocultan el mundo que habitamos y que intentamos comprender. Pero estamos destinados a luchar en vano mientras el velo no se alce o se desgarre. Don Quijote no fue conquistador, fue conquistado. Pero en su derrota, tal como nos enseñó Cervantes, demostró que «la única cosa que nos queda frente a esa ineludible derrota que se llama vida es intentar comprenderla». Eso fue el gran descubrimiento sin parangón de Miguel de Cervantes; una vez hecho, jamás se puede olvidar. Todos los que trabajamos en las humanidades seguimos el camino abierto por ese descubrimiento. Estamos aquí gracias a Cervantes.

Hacer pedazos el velo, comprender la vida… ¿Qué significa esto? Nosotros, humanos, preferiríamos habitar un mundo ordenado, limpio y transparente donde el bien y el mal, la belleza y la fealdad, la verdad y la mentira estén nítidamente separados entre sí y donde jamás se entremezclen, para poder estar seguros de cómo son las cosas, hacia dónde ir y cómo proceder. Soñamos con un mundo donde las valoraciones puedan hacerse y las decisiones puedan tomarse sin la ardua tarea de intentar comprender. De este sueño nuestro nacen las ideologías, esos densos velos que hacen que miremos sin llegar a ver. Es a esta inclinación incapacitadora nuestra a la que Étienne de la Boétie denominó «servidumbre voluntaria». Y fue el camino de salida que nos aleja de esa servidumbre el que Cervantes abrió para que pudiésemos seguirlo, presentando el mundo en toda su desnuda, incómoda, pero liberadora realidad: la realidad de una multitud de significados y una irremediable escasez de verdades absolutas. Es en dicho mundo, en un mundo donde la única certeza es la certeza de la incertidumbre, en el que estamos destinados a intentar, una y otra vez y siempre de forma inconclusa, comprendernos a nosotros mismos y comprender a los demás, destinados a comunicar y de ese modo, a vivir el uno con y para el otro.

Esa es la tarea en la cual las humanidades intentan ayudar a nuestros conciudadanos; al menos, es lo que deberían estar intentando, si desean permanecer fieles al legado de Miguel de Cervantes Saavedra. Y por eso estoy tan inmensamente agradecido, Alteza y Sr. Presidente, por distinguir mi trabajo como una contribución a las humanidades y a la comunicación humana.

sábado, 16 de octubre de 2010

La tía Julia y el escribidor de Mario Vargas LLosa


En las fechas del Nobel, suelo tener en la mesilla alguna obra de los autores que deseo reciban el premio, como el soporte, que cualquier hincha muestra por su equipo para que triunfe en el campeonato.

En esta ocasión eran Philip Roth y Mario Vargas Llosa, como en otras lo fue Miguel Delibes, sin duda, también insigne representante de nuestro idioma.

El libro en cuestión era La Tía Julia y el escribidor, escrito por Vargas en 1977, y narra sus amores, cuando tenía dieciocho años, con su tía Julia, hermana de la mujer de un tío suyo, boliviana y divorciada de treinta y dos años.

La acción se desarrolla en Lima en 1954. Marito, estudiante de Leyes, rebosante de juventud e ilusión ejerce diversos oficios para poder iniciar una carrera literaria que le permita emanciparse de ese mundo conservador. Y Pedro Pacheco escribidor de folletines radiofónicos, también trabajador incansable (algo muy querido por Vargas Llosa) que intercala sus historias, de desbordante imaginación y dramatismo disparatado, pero repletas de humorismo y libertad.

Los capítulos alternan la peripecia de Mario y su tía Julia, sensible y nada escabrosa, con los folletines de Pacheco, tantos y tan diversos, que su autor termina por perder el control de sus personajes, haciéndolos reaparecer, después de muertos, o cambiando su oficio, de tal suerte que sus radioyentes se vuelven locos, como finalmente le ocurre a su autor.

Me he divertido mucho leyendo este libro de 466 páginas, estupendamente escrito, que está a vuestra disposición y le pongo xxxx.

Rafa




miércoles, 13 de octubre de 2010

Mario Vargas Llosa gana el Premio Nobel de Literatura 2.010. Enhorabuena.

Simplemente para dejar constancia en este blog del premio concedido a Vargas Llosa, y para recordar sus novelas de las que hemos disfrutado y que quizás volvamos a leer.
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Releí no hace mucho "La ciudad y los perros", novela que me causó mucha impresión cuando se publicó por primera vez.
La última novela que he leído no hace mucho ha sido "La fiesta del chivo" que me volvió a impresionar favorablemente.
En este video vemos la biblioteca de Don Mario y el sillón tan bien iluminado y tan cómodo que usa para leer.
Un abrazo.

domingo, 10 de octubre de 2010

After Dark de Haruki Murakami


Confieso ser lector habitual de Murakami y en general haber disfrutado mucho leyendo sus libros.

La novela que comento sufre la comparación con Tokio Blues, Al sur de la frontera, al oeste del Sol o Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, que son obras maestras, sin embargo es también una novela apasionante, breve (248 páginas), y que pide leerse de una sentada.

Se desarrolla en una noche, entre las doce y las siete de la mañana, donde convive el duro mundo realista de novela negra, Jazz y madrugada de la ciudad de Tokio, y el onírico de una habitación donde descansa una bella durmiente, bajo la mirada inquietante de una televisión apagada.

Los diálogos entre el trombonista Takahashi y la joven Mari, el episodio del hotel por horas, el protagonismo de un teléfono móvil, el mundo que se adivina a través de la pantalla del televisor y otras muchas ideas hacen que el libro no decaiga y, como decía más arriba, se lea con sumo interés.

Le he puesto xxx 3/4 y está a vuestra disposición.

Un abrazo, Rafa

viernes, 8 de octubre de 2010

Antón Mallik quiere ser feliz de Nicolás Casariego


Sorprendente novela de este autor madrileño de cuarenta años, hermano menor de los también escritores Pedro y Martín, en la que mezcla la sátira sobre los libros de auto ayuda y los textos defilósofos de la felicidad y el sainete, consiguiendo una novela original y divertida.

El arranque es algo desconcertante pues el protagonista, experto en seguros y tataranieto de un emigrante húngaro, cuyo nombre significa "feliz", decide salir de su pesimismo y convertirse en un hombre sonriente y normal e iniciar un diario dialogado con su antepasado, leyendo y comentando libros de Bertran Russel, Marco Aurelio, Rousseau, Montaigne, Pessoa y muchos más, paladines de la felicidad.

El libro nos contará el por qué de su pesimismo y los avatares para alcanzar esa difícil dicha.

Le he puesto xxxx y está a vuestra disposición.

Un abrazo

Rafa




lunes, 4 de octubre de 2010

Una escritora mítica, Virginia Woolf (1882-1941). Una novela "Al Faro"(1927)

Me ha sorprendido favorablemente esta escritora mítica. 

En esta foto tiene 20 años. Tenía trastorno bipolar y acabó suicidándose.

Mi sorpresa ha sido descubrir una forma de escribir en la que la introspección domina sobre la acción, que es prácticamente nula. Al principio me ha costado habituarme a esta forma de escribir pero una vez habituado he disfrutado mucho. Por lo que veo la obra es autobiográfica, pues Virginia guardaba muy buenos recuerdos del veraneo en Cornwall con su familia. El faro de Godreby, situado en su costa, es sin duda el faro de la novela. La acción, la poca que hay, discurre en la casa de vacaciones de una isla escocesa donde vive la familia Ramsay con sus ocho hijos y sus amigos en dos épocas, hacia 1909, y hacia 1919.

Los protagonistas son el matrimonio Ramsay y sobre todo Mrs. Ramsay, mujer muy bella y atractiva (la madre de Virginia también lo era), alrededor de la que el resto de los personajes nos cuentan sus pensamientos y sentimientos a través de su relación con ella. Me ha sorprendido el buen uso que hace del lenguaje no hablado, los gestos, las miradas, los silencios. De hecho hay muy pocos diálogos. El libro es de una sensibilidad y agudeza exquisitas, y la atmósfera de la casa, llena de niños y de amistades, está descrita con tintes sugerentes y poéticos.

He leído la novela como dice Mrs. Ramsay que leía su marido:

Leía, pensaba ella, como si llevara el rumbo de algo, o como si cuidara de un rebaño de ovejas, o como si ascendiera por un estrecho sendero; a veces iba aprisa y directo, y se abría camino por la maleza; otras veces parecía que una rama lo golpeaba, una zarza lo cegaba, pero no dejaba que eso lo intimidara; seguía avanzando, pasando una página tras otra.


Volveré a leer a esta autora y le pongo **** ¼

Un abrazo.

viernes, 1 de octubre de 2010

De nuevo Ishiguro (Nagasaki 1954)

Nocturnos.  250 páginas
  
Libro que me ha gustado, como todo lo que he leído de Ishiguro. La última que leí y que no supe si recomendar a los blogueros fue “Los inconsolables”. Dije en mi comentario que me había seducido….

En este primer libro de relatos, Ishiguro nos cuenta historias de músicos de medio pelo. Nos describe sus formas de vida, sus ilusiones, sus relaciones personales, y finalmente su falta de clase para triunfar en su profesión. Es pues de nuevo la acidez de la realidad de estas gentes que, como el resto de los mortales, van tirando.

Los relatos que más me ha gustado ha sido “Nocturno” en el que una vieja vedette y un saxofonista convalecen de sus operaciones de cirugía estética en un hotel de Beverly Hills y que tiene situaciones cómicas, y “El violoncelista”, una relación entre un joven violoncelista húngaro que considera que tiene más clase de la que le reconoce el mercado, y una mujer americana de mediana edad a la que le pasa lo mismo.

En todos los casos me he quedado con un cierto gusto amargo. 


Le voy a poner *** . Un libro para pasar un buen rato. La verdad es que me he reído con el relato "Nocturno", les estaba viendo a Jack Lemon y a Marilyn Monroe en una comedia de los años cincuenta.

Un abrazo.