lunes, 26 de mayo de 2008

Judíos, moros y cristianos. Camilo José Cela.

He disfrutado mucho con esta guía de viaje por Castilla la Vieja. El personaje del vagabundo, Don Camilo con treinta y pocos años, da una dimensión humana al estudio geográfico, sociológico e histórico. El vagabundo es un observador ilustrado que pasa olímpicamente de todo y se limita a ver pasar lo que pasa. Para contar todo esto, el vagabundo usa un lenguaje castellano floreado por vocablos tradicionales y localizaciones geográficas con nombres preciosos. El vagabundo es uno más del paisaje, aunque a veces salga del mismo para hacer algunas humildes observaciones. Describe una época que ahora puede parecer remota – 1946 a 1952, y 1955- pero que el que suscribe vivió un poco en sus veraneos de Vitoria – 1948 a 1955.

Una Castilla la Vieja poblada de todo tipo de animales salvajes, truchas, cangrejos, águilas, garduñas, zorros, lobos, etc. y domésticos, mulas, burros, caballos, etc. que se integran con unos seres humanos miméticos con la naturaleza en la que viven. Todavía no se ha masificado la huida hacia las grandes urbes y el paisanaje vive como en tiempos ancestrales. De vez en cuando aparece un automóvil y el vagabundo hace auto stop y viaja en tren.

Los paseos del vagabundo están llenos de un fino humor.

Después de haber leído “Viaje por el Pirineo de Lérida”, sólo me queda “Viaje a la Alcarria” que leeré en cuanto pueda y después de dejar que trascurra un poco de tiempo, para no empalagarme.

Es curioso que el autor dedique el libro a su padre que era profesor de Geografía, “esa ciencia misteriosa que no se sabe ni dónde empieza ni dónde acaba”

Diego

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