Perteneciente
a esa generación de autores británicos e irlandeses de excepción como Ian McEwan (1948), Martin Amis (1949), John Banville (1945), Barnes destaca por un
humorismo lúcido y elegante. Entre sus obras recordamos: El loro de Flaubert (1984), Una
historia del mundo en diez capítulos y medio (1989), Arthur & George (2005), y la más reciente The sense of an ending (2011), premiado con el Man Brooker price
del pasado año y aún no editada aquí.
Para
los chinos el limón es el símbolo de la muerte y el músico Sibelius, en el
undécimo cuento Silencio, que cierra
el libro nos lo aclara:
Salgo a cenar solo y reflexiono sobre
la mortalidad. O voy al Kämp, para hablar de este tema con otros. El extraño
asunto de Man lebt nur einmal (sólo se vive una vez). Me sumo a la mesa limón.
Allí está permitido – de hecho obligatorio- hablar de la muerte. Es de lo más
cordial.
Todos
los cuentos del libro, como aquella estupenda novela de Muriel Spark Memento Mori, nos hablarán de la vejez,
de la enfermedad y de que todos los ríos van a parar a la mar. En Una breve historia de la peluquería cuenta
una vida en tres momentos en una barbería. La
historia de Mats Israelson evoca los amores cruzados e inconfesos de las
clásicas novelas inglesas del XIX. La de
cosas que sabes, dos ancianas hablan y hablan de naderías, mientras callan
los hechos ocultos que cada una conoce de su amiga. Higiene muestra una rutina rota por la muerte. El reestreno cuenta el bello amor otoñal de Turgenev. Vigilancia, un cascarrabias relata su
obsesión por los ruidos del público en los conciertos:
Como digo, el público del Festiva
Hall era normal. El ochenta por ciento, con permiso de día de los hospitales de
la ciudad, cuyos pabellones de pulmón y departamentos de otorrinolaringología
tenían prioridad para las entradas. Reserva ahora un asiento mejor si tienes
una tos que supera los 95 decibelios. Al menos la gente no pedorrea en los
conciertos: Yo nunca he oído a nadie echarse pedos, ¿y ustedes? Lo cual me da
la razón en parte: si puedes reprimir un extremo, ¿por qué no el otro?
Cuatro
cuentos más completan este libro, difícil por su tema, pero inteligente por el
espacio que sabe crear en pocas líneas, la elección del narrador, lo que muestra,
oculta y sugiere, y la ironía que preside todo el relato.
Le
he puesto xxxx y está a vuestra
disposición.
Rafa
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