martes, 30 de diciembre de 2014

El balcón en invierno (2014) de Luis Landero (1948)


No había tenido suerte con Landero, ni Juegos de la edad tardía, que recibió el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa, ni tampoco Caballeros de Fortuna y El Mágico aprendiz, supe disfrutarlos. Con El guitarrista la cosa fue mejor. Pero después de leer El balcón…creo que debo revisar los libros anteriores.    

El libro arranca con el relato de un pequeño fracaso. Landero nos muestra el fragmento de una novela que está escribiendo, en la que el protagonista es un jubilado que lleva una pistola en el calcetín. Ve que no le gusta y decide abandonarla, con gran agobio para nuestro escritor.

   Porque si abandonas la novela, me dije, ¿qué haces? Es decir, ¿qué escribes? Porque no sabes vivir sin escribir. No sabes. ¿Algo de tu vida, quizá de cómo la fantasía y el lenguaje fueron arraigando en tu alma hasta que sin darte cuenta, te convertiste en poeta, allá en la adolescencia?  Pero eso, ¿será más fuerte y auténtico que la pura ficción? Vamos, vamos, ¿desde cuándo lo vivido, en literatura, es garantía de la verdad? ¿Y hasta qué punto el carácter imaginario de la memoria, y tu afición a la inventiva y al embuste, no te llevarán fatalmente hacia el derrotero de las patrañas novelescas? Con razón, ya de pequeño, todos decían de ti: Pero ¡qué mentiroso es este niño!

Y empieza a escribir de su familia, de su infancia y años de aprendizaje y lo que escribe no son unas memorias, sino otra novela con protagonistas reales, que nos seduce y en momentos nos hace disfrutar como pocas veces recuerdo haberlo hecho. Escribe tan bien y lo que cuenta es tan sencillamente bonito que no vale la pena seguir perdiendo el tiempo y lo mejor que puedo hacer es terminar y recomendaros la lectura del libro.

El libro no es extenso, menos de 250 páginas y letra más bien grande. Le he puesto XXXX1/4 y está a vuestra disposición.
Un fuerte abrazo, y que tengamos todos un buen año.

Rafa

jueves, 25 de diciembre de 2014

El devorador de calabazas (1962) de Penélope Mortimer (1918-1999)

Mi relación con este libro empezó al disfrutar en el desaparecido Cine Albeniz de Fdez. del Campo, de la película Siempre estoy sola.
Con la que Anne Bancroft, Oscar por El milagro de Ana Sullivan, y famosa por El graduado, había ganado el premio de interpretación del Festival de Cannes de1964 (estábamos en 1970 y supongo que la dureza del argumento retrasó su estrenó en España).
Con Peter Finch, Oscar por Network, al que conocimos en Guetaria, cuando aún no era famoso y acababa de hacer un papel secundario en La senda de los elefantes con Liz Taylor e iba a interpretar en otoño el personaje de Flambeau, el simpático ladrón creado por Chesterton frente al Padre Brown (Alec Guinness) en El Detective (1955).
El guión de Harold Pinter, Premio Nobel de 2005 y la dirección de Jack Clayton (Un lugar en la cumbre). La excelente película estaba basada en la novela de Penélope Mortimer: El devorador de calabazas.

Penélope Mortimer era un espíritu libre que huyó de su casa paterna para casarse con diecinueve años. Tuvo seis hijos de cuatro maridos, el último de los cuales fue John Mortimer, con el que mantuvo un tempestuoso matrimonio que duró desde 1949 a 1972. Fue un abogado famoso, también guionista de cine y TV y autor de novelas con fino sentido del humor y creador de un divertidísimo personaje: el abogado Horace Rumpole, del que he leído muchos cuentos y que incomprensiblemente no han sido traducidos al español.

La novela que hablamos fue la quinta y la mejor de las nueve que escribió su autora. Es muy autobiográfica y nos describe la imposible lucha de una madre enamorada de su marido y de sus numerosos hijos, curiosamente en la novela no nos dice cuantos, que trata de mantener el cariño de todos.
La prosa es sugerente y sobria, y sus diálogos ágiles, Giles Gordon, del Guardian, dice que a la autora le encantaba una cita de Raymond Chandler:”Casi nada en literatura vale un ochavo, excepto lo que está escrito entre líneas”.

Tengo una copia de la película en inglés, sin subtítulos. La he vuelto a ver y me ha parecido menos dura que el libro pero tan estupenda como éste y no ha defraudado el recuerdo de la que vi hace 44 años.

Le pongo XXXX y está a vuestra disposición. 

Rafa