jueves, 27 de septiembre de 2012

Stendhal - La Chartreuse de Parme

Sin lugar a dudas lo mejor que he leído este verano ha sido La Cartuja de Parma, con el que me atreví en francés y cuya lectura recomiendo en versión original para el que pueda. Este libro creo que anda por casa de mis padres desde que tengo uso de razón, pero reconozco que me daba mucho miedo. Es un libro gordo, denso, con la letra pequeña y encima en francés. Sin embargo, guiado por el buen recuerdo de Rojo y Negro, y animado por las buenas críticas de algunos lectores de este blog, empecé a leer el primer capítulo y no solté el libro hasta llegar al final.

Por cierto, que esta joya estaba disponible gratis en el ebook store de Apple así que fui combinando el papel (para playa y piscina) con el iPad (para leer por las noches, con la ventaja de tener más a mano el diccionario, claro está). 

Stendhal es un monstruo con la pluma, e independientemente de si la historia de entretiene más o menos, sólo leerlo es un placer. Tengo el iPad lleno de anotaciones de frases que me han encantado, por ejemplo esta en la que una de las protagonistas explica el respeto que le tiene su amante:

...mais pour lui je suis une femme respectable... et, s'il faut tout dire sans nul ménagement pour mon amour-propre, une femme âgée.

El título de la novela - por motivos que desconozco - no tiene nada que ver con el argumento, ya que la famosa Cartuja no aparece más que una vez en la última hoja del libro. El principio, que para mí es de lo mejor del libro, nos presenta a Fabricio del Dongo, el protagonista masculino de la historia, viajando a la batalla de Waterloo por libre, sin otro objetivo que poder decir: "Yo luché en Waterloo". El resto del libro transcurre entre las ciudades de Parma, Milán y el lago de Como, y es una historia entretenida y a ratos un poco cursi llena de intrigas palaciegas, aventuras más o menos absurdas y amoríos a tutiplén. Sospecho que el bueno de Stendhal pretende mofarse de todos los estamentos de la época, incluyendo a la nobleza, a la iglesia y a la burguesía con pretensiones, y lo consigue.

Me encantó, y le pondría un ****1/2.

El Principito - Antoine de Saint-Exupéry

Siguiendo la recomendación de una compañera de trabajo, que me aseguró que era esta una lectura obligada para niños y adultos, compré en verano este clásico, para leerlo yo y mis niños.

Creo que no estaba del humor adecuado cuando lo leí, y eso que estaba de vacaciones, o quizás es que definitivamente me he convertido en un adulto y, como advierte el propio autor, ya no soy capaz de entender el lenguaje del Principito en cuestión.

Desde esta perspectiva adulta sólo puedo decir que Saint-Exupéry (que me perdone la Francia por mentar en vano el nombre de uno de sus héroes nacionales) es una especie de Paulo Coelho, cursi, que nos intenta encajar unas filosofías tipo fast-food y que a falta de porros (o quizá con su ayuda) se había encarnado en uno de los personajes del libro (el borracho) y en semejante estado había escrito este cuento metafórico de poca monta.

Lo único bueno que tiene es que en unas dos horas te lo quitas de encima y puedes decir que puesto que era de lectura obligatoria, lo has leído. Ni le pongo estrellas. Mis niños no han pasado de la tercera página aunque las ilustraciones les hacen gracia.

Acepto todo tipo de quejas por meterme con una de las obras maestras de la literatura, pero la verdad es que me ha parecido un timo.

American Pastoral - Philip Roth

La leí este verano y me gustó relativamente esta historia que nos cuenta Philip Roth sobre El Sueco, un americano de origen judío a través de cuyas vivencias intenta desmontar el mito del sueño americano. Me pasó con este libro que tenía un poco sensación de repetición, al leerlo muy seguido del Freedom de Jonathan Franzen. No es que las historias tengan mucho que ver unas con las otras, pero hay ciertas similitudes, y lo de desmontar el mito del sueño americano es algo a lo que, en algún momento, parece que se han dedicado todos los escritores, compositores y directores de cine de los EEUU.

Roth es, a mi juicio, mucho más profundo que Franzen, pero ambos presentan unos personajes con cuyos problemas no acabo de identificarme, quizás por tratarse de dilemas excesivamente propios de la clase media americana.

Parte de la historia tiene que ver con el movimiento anti-Vietnam, que dio lugar a algunos actos terroristas llevados a cabo por grupos de jóvenes pertenecientes a esa acomodada clase media, y que embelesados por el ideario hippie llegan al extremo de convertirse en asesinos. Según iba leyendo, me daba la sensación de que Roth me estaba tomando el pelo, hasta que me metí en Wikipedia y comprobé que sus historias están basadas en hechos muy reales que acontecieron a finales de los 60, principios de los 70. A partir de ahí, me empecé a creer un poco más la historia y hasta me gustó como para recomendarla con un ***1/2.

Sobre la guerra de Vietnam hemos visto muchas películas, pero no tantas sobre lo que pasaba en los EEUU mientras tanto, el movimiento de protesta y su radicalización. Particularmente, me resultó curioso comparar la visión de Roth de aquella América comparada con la de Elroy en su Cold Six Thousand, que te da la perspectiva política y la de los golfos que se enriquecieron con el asunto. Me quedo con Elroy, aunque sea un cabrón.

Como en Freedom, hay algunos personajes a los que yo particularmente les daría de bofetadas, y no hace falta que os diga a quién porque cuando lo leáis os daréis cuenta enseguida.    

jueves, 20 de septiembre de 2012

Los invitados de la princesa (2012) de Fernando Savater (1947)



Un personaje de este delicioso libro, en tono mordaz alude a la crítica literaria, como una especie de policía, que pretende detener y hasta ejecutar los gustos distintos a los de quien la perpetra, con críticas arrogantes y pontificales.
Un crítico replica que al parecer sólo son aceptables las alabanzas y no en cambio señalar defectos y deficiencias. O sea, que todos los libros deben ser recomendados como excelentes.    
A lo que responde nuestro personaje:

En efecto, algo así, porque desaconsejar una obra es una tarea estéril. Para no leer un libro, cualquier libro, basta y sobra una razón: la existencia de todos los demás. Lo difícil y arriesgado es ofrecer motivos convincentes para leerlo.

Los invitados de la princesa es una novela que festeja las narraciones de género: Policiaco, terror, ciencia ficción, aventuras. Xabi Mendía asiste como enviado especial de Mundo Vasco a un congreso de escritores y artistas en la isla de santa Clara, pequeña república caribeña que desea convertirse en referencia cultural del mundo. Durante la estancia conoce a varios personajes, que recordando a Chaucer o a Boccaccio nos cuentan una historia.

Los siete cuentos, que se intercalan a la acción son muy amenos, pero, son las polémicas sobre: filosofía, educación, novela, cocina, las realmente sabrosas y estupendas. Para muestra, ésta, referente a la novela policiáca:

Ya sé que muchos consideran frívolas las novelas de Agatha Christie o Dorothy L. Sayers  porque los estreñidos y pedantes llaman frívolo a lo que no es negociable en el mercado de la respetabilidad edificante. Pero para mí ése es el auténtico relato de misterio. En la novela negra no hay verdadera incógnita, porque el criminal resulta ser siempre el capitalismo. Con el añadido escandinavo de que suele estar además encarnado por un maltratador de mujeres… Para no mencionar la plaga actual de los asesinos en serie y las conspiraciones de sectas diabólicas que quieren dominar el mundo. Ya Chesterton señaló que la gran novela de detectives trata de cosas triviales, mientras la novela de detectives menor y más tonta trata siempre de grandes asuntos. En las mejores piezas del género, una joven de apariencia inocente envenena a su abuela para birlarle las pastas del té y es descubierta por una caja de cerillas olvidada bajo la alfombra. En las que triunfan ahora, se liquida siempre a una docena de personajes por culpa de una multinacional o de una orden satánica que pretende el poder universal. Ya no se atiende a los detalles de la investigación, sino al impacto cósmico y masivo de males impersonales.

No sé si he sido suficientemente convincente para animaros a leer el libro, que está a vuestra disposición, y aunque no debiera, voy a calificar con xxx3/4.

Rafa    

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Les trois mousquetaires (1.844) Alexandre Dumas (pére)


He disfrutado mucho leyendo esta famosísima novela de Dumas padre escrita en 1844 y cuya acción transcurre en la primera mitad del siglo XVII en Francia. Relato de capa y espada insuperable, con personajes históricos entre los que cabe destacar a Luis XII, a su esposa Ana de Austria, al Cardenal Richelieu; ¡y a los cuatro mosqueteros!

También se puede clasificar como novela policiaca, pues la trama contiene asesinatos, traiciones, conjuras, personajes cuya identidad no se desvela durante parte del argumento, y amor, celos y muerte. Hay malos y buenos. La maldad está encarnada por Milady, un personaje maravillosamente perverso; la perversidad hecha persona, y la lealtad y el arrojo por los cuatro mosqueteros, y especialmente por D’Artagnan, un gascón de Tarbes que bien podría ser de Bilbao.

Escrita en un francés que se entiende bastante bien, y con un lenguaje sencillo aunque no por ello falto de metáforas y sentencias. La acción es trepidante en muchos momentos y el suspense continuo. Los capítulos referentes al desenlace de Milady son un poco lentos, pero la perversidad quizá requiera de la lentitud para ser más letal.

Durante el sitio de La Rochelle, poblado de hugonotes, dice Porthos:

- Savez-vous, dit Porthos, que tordre le cou à cette damnée Milady serait un péché moins grand que de le tordre à ces pauvres diables de huguenots, qui n’ont jamais commis d’autres crimes que de chanter en français des psaumes que nous chantons en latin?

La vida de los personajes es un tanto desenfadada y divertida incluso en las situaciones de riesgo, o precisamente en las mismas. Como buenos compañeros de armas, los jóvenes mosqueteros se divierten comiendo y bebiendo en abundancia. Athos, es un gran consumidor de vino de España, que compruebo que es vino de Málaga.

De Alejandro Dumas padre leí en su día “Voyage en Espagne”, libro del viaje que hizo en 1.846-1.847 reinando en España Isabel II y que me gustó mucho.

El paso del tiempo no ha hecho demasiada mella en esta novela tan divertida. Le pongo ****1/4

jueves, 6 de septiembre de 2012

Mario Vargas Llosa. La civilización de la cultura (2.012)


Nada más empezar a leer me opongo a la tesis general sobre la cultura que expone Don Mario y que sin duda va a marcar el contenido de sus 240 páginas. Defiende la postura de que la cultura, "la gran cultura" como le llama él, debe ser para la minoría, al igual que decía Don Juan Ramón, y desdeña todo aquello que huela a popular y “ligero” lo que lleva a la “banalización” de la cultura.

Su tesis se puede resumir en este comentario:

"Queríamos acabar con las elites, que nos repugnaban moralmente por el retintín privilegiado, despectivo y discriminatorio con que su solo nombre resonaba ante nuestros ideales igualitaristas y, a lo largo del tiempo, desde distintas trincheras, fuimos impugnando y deshaciendo a ese cuerpo exclusivo de pedantes que se creían superiores y se jactaban de monopolizar el saber, los valores morales, la elegancia espiritual y el buen gusto. Pero hemos conseguido una victoria pírrica, un remedio peor que la enfermedad: vivir en la confusión de un mundo en el que, paradójicamente, como ya no hay manera de saber qué cosa es cultura, todo lo es y ya nada lo es."

Como no podía ser de otro modo defiende también la literatura frente a los medios audiovisuales basándose en el mismo principio y considerando que solo es cultura lo que es grave e intelectual. Según voy avanzando me permito el lujo de discrepar de algunas de sus teorías y comentarios y a estar de acuerdo con otras. El ensayo salta de tema en tema y no sigue una línea argumental, lo que por un lado es de agradecer pues me ha mantenido atento.

El libro contiene como prólogo de sus siete apartados (no se les puede llamar capítulos) diez artículos copiados de sendos artículos de el autor en El País,  siempre agradables de releer, y sus apartados podrían ser apuntes que el autor ha ido tomando a lo largo de su vida reciente sin ánimo de escribirlos para formar parte de un ensayo.

Así pues no era lo que me esperaba pero me lo he pasado muy bien tratando de elaborar mis propios conceptos sobre la cultura, que si tenéis tiempo os los cuento cualquier día.

Don Mario escribe como los ángeles y he leído el libro en un abrir y cerrar de ojos. Don Mario se lamenta del camino que ha tomado el mundo de la cultura hacia el mundo del entretenimiento pero pelea como Don Quijote. Generaliza demasiado y no quiere admitir que el entretenimiento también es cultura.

Dado que este Blog habla de libros, copio este comentario sobre los mismos que nos hace Don Mario desesperado y refunfuñando en sus últimas páginas.

"Digo esto sin el menor ánimo beligerante contra los medios audiovisuales y desde mi confesable condición de adicto al cine -veo dos o tres películas por semana-, que también disfruta con un buen programa de televisión (esa rareza). Pero, por eso mismo, con el conocimiento de causa necesario para afirmar que todas las buenas películas que he visto en mi vida, y que me divirtieron tanto, no me ayudaron ni remotamente a entender el laberinto de la psicología humana como las novelas de Dostoyeski, o los mecanismos de la vida social como La guerra y la paz de Tolstoi, o los abismos de miseria y las cimas de grandeza que pueden coexistir en el ser humano como me lo enseñaron las sagas literarias de un Thomas Mann, un Faulkner, un Kafka, un Joyce o un Proust."

Y este otro para terminar.


"No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O'Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirmen: «Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos». Lo atroz de esta frase no es la afirmación final sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para «informarse». Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: «Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros»."

...y lo que te rondaré, morena. Le pongo **** 1/2 a pesar de mis discrepancias.