miércoles, 23 de abril de 2008

Ensayo sobre la lucidez


Acabo de terminar Ensayo sobre la lucidez, de José Saramago. Me ha gustado, como todo lo que he leido de él, aunque todavía mantengo Todos los nombres como mi libro favorito de este autor.

Lo mejor del libro es que ridiculiza a los políticos, a la democracia, a la libertad de expresión, a los medios de comunicación y en general a todo el sistema por el que nos regimos en las sociedades supuestamente avanzadas.

A medio camino hace un escorzo y empieza a personalizar (como siempre sin nombres, típico de Saramago) en personajes concretos, hasta llegar a un final que a mi me pareció un poco abrupto.

Eso sí, el que busque una lectura superficial o necesite puntos y aparte, no los va a encontrar en este libro.

¡Feliz día del libro a todos!

3 comentarios:

Sr. Lobo dijo...

Por lo que dices, toda esa crítica también la registró en "las intermitencias de la muerte" (muy divertidas las situaciones planteadas -ácidas críticas- para funerarias y seguros de vida).

Y muy oportuna la imagen del libro. Eso es valor añadido!!!

Diego dijo...

Me alegro que te haya gustado, aunque por lo que parece eres fan de Saramago.

A mí tampoco me gustó el desenlace, pero "la temática" que decía aquel, es muy buena. ¿Un poco Kafka?...

Saramago hace esta reflexión: "Nacemos, y en ese momento es como si hubiéramos firmado un pacto para toda la vida, pero puede llegar el día en que nos preguntemos: ¿quién ha firmado esto por mí?", muy en Omar Kheyam, del que haré una entrada aparte.

Besos casa.
Diego

Rafa dijo...

En una conversación entre Eduardo Mendoza y Fernando Savater, aparecida recientemente en Babelia, a propósito del divertido libro "El asombroso viaje de Pomponio Flato", se comentaba el escaso aprecio que tenían por el humor los grandes prebostes de la literatura y que era una pena que ni P.G. Wodehouse ni Evelyn Waugh estuvieran entre los premios Nobel.
Aunque "Ensayo sobre la lucidez" es muy original y lo lees con verdadero interés, siento confesar que también este libro me dejó un regusto amargo común a otros de Saramago.
Rafa