A partir de ahí el mundo que hasta entonces ha sido el mundo interior de un intelectual erudito pasa a ser un torbellino en el que Harry Haller se libra de sus tendencias suicidas e introspectivas. Acaba aprendiendo a bailar, a amar apasionadamente, y finalmente a verse envuelto en una sesión mágica en la que el juego le lleva a volver a su infancia, a jugar con sus distintas personalidades, y finalmente a tener una conversación muy interesante con Mozart quien pretende desmitificar la afición de Harry al clasicismo musical.
Este libro nos causó honda impresión a Chichita y a mí cuando lo leímos, y a Peter que lo leyó también en su juventud. Lo recomiendo fervientemente para gentes de todas las edades pues a mí me ha gustado tanto ahora como cuando lo leí de joven aunque quizás entonces me impresionó más.
Es curioso que Hesse dijese que los críticos no habían entendido el sentido con el que había escrito el libro. Ignoraba Hess que los relatos los recrean los lectores a su manera.
Es curioso que Hesse dijese que los críticos no habían entendido el sentido con el que había escrito el libro. Ignoraba Hess que los relatos los recrean los lectores a su manera.
Le pongo ****3/4 por no ponerle *****