Hago esta entrada en el blog para ver si le doy un poco de oxígeno, no vaya a ser que muera de abandono. ¡Ha pasado un mes desde la última! ¡Ay, Jesús!
Magnífico relato del pescador Santiago y su aventura en solitario a la pesca de un gran pez. Hombre maduro que vive en la simplicidad del paleolítico con algunos ramalazos de modernidad reflejados en su afición al beisball, deporte que puede que ya se jugase en el paleolítico.
El relato es directo y simple. Santiago habla consigo mismo y nos va contando sus pensamientos y sentimientos a la hora de ir a pescar, después de ochenta y cuatro días sin pescar nada. Santiago consigue pescar el pez más grande que ha visto en su vida, y sufre durante dos días y dos noches hasta que consigue atarlo a la borda de su lancha de vela. Luego tiene que proteger su pesca de los ataques de los tiburones que consiguen llevarse la mayor parte del pez para dejar al viejo hecho trizas pero a salvo en su pueblo.
Hemingway nos hace vivir la aventura paleolítica como si estuviéramos con el viejo en su pequeña embarcación. Describe, como buen conocedor de la pesca, los problemas físicos, de estrategia, de alimentación, y de resistencia física y mental por los que pasa un hombre solo, alejado de la costa más de lo que habría deseado. El viejo se salva porque conoce el oficio, y porque se ha criado en el sacrificio y en la lucha por la vida. El viejo es un prototipo de la especie humana en su versión cazador-pescador.
La lucha entre el viejo y el pez nos la hace patente Santiago, que gana al pez porque resiste más. Muy interesante la relación sentimental entre ambos.
Hemingway sorprendió con su prosa directa y emocionante a toda la crítica literaria y creó un estilo narrativo nuevo. Las escasas páginas del relato las leí con verdadera pasión. La foto está sacada en un puerto del Caribe, probablemente La Habana, durante el rodaje de la película que se rodó en el año 1.958.
Le he puesto ****