Estoy muy agradecido a mi nuera Verónica que me regaló este libro por Navidad. He disfrutado como hacía tiempo que no lo hacía.
Iñaki nacido en NY es de San Sebastián pero estudió en la
Comercial de Deusto de Bilbao, y vive en esta ciudad desde
hace muchos años. Escribe sobre libros en El Correo y en su día en La Hoja del
Lunes. No tiene hijos, no trabaja, y le gusta Benidorm. Amante de la soledad. De
cultura francesa admira a Montaigne, a quien cita con frecuencia así como a
Pascal.
La mejor crítica a su libro, que recibió el Premio Euskadi
de Ensayo en castellano 2011 y el Premio Tigre Juan en 2013, sea quizás la que
le hace Antonio Muñoz Moñina:
“Pero hoy me ha llegado el libro de Uriarte y ni he trabajado, ni he
dormido la siesta, ni he hecho nada de nada, en toda la tarde, nada más que
leer, unas veces reconociendo afinidades, otras admirando agudezas de
observación personal o política, en cada página y en cada línea admirando un
estilo en el que la naturalidad de la escritura es el equivalente exacto de una
actitud ante la vida: ironía y templanza, conciencia aguda del paso del tiempo
y disfrute pleno de las cosas, no solo los libros, ni mucho menos, también una
comida, la cercanía de un gato o de una persona querida, un paseo por una calle
normal de Bilbao, el hecho simple y asombroso de estar vivo. Iñaki Uriarte es
una de esas voces que siempre gusta escuchar, pero que quizás se agradecen más
ahora, cuando hay tanto desmelenamiento, tanta gesticulación en lo que se dice
o se escribe en público. A algunos de los predicadores más apocalípticos de
ahora Uriarte los conoció antes de que se convirtieran, pero ni siquiera con
ellos es cruel, o sarcástico, porque tiene una disposición de tolerancia y
bondad que ha fortalecido frecuentando a Montaigne, a Pla, a Cervantes, a
Séneca, a los grandes escépticos que supieron dudar de todo sin caer en la
misantropía ni en la frialdad de corazón. Lo que escribe Iñaki Uriarte no es
del todo un diario, ni ensayos, ni aforismos, ni cuentos, ni crónicas, ni
confesiones íntimas: pero es algo de todo eso al mismo tiempo. A mí a veces me
recuerda a un Baroja sin amargura”
Una sorpresa muy agradable de un pensador sin pretensión
aunque su sencillez esconda una sabiduría y un estoicismo de mucho nivel.
Escribe como los ángeles con verbo sencillo pero certero, de esto, de aquello y
de los de más allá. El libro está compuesto de reflexiones del autor y de anécdotas de su vida y no llega a las 200 páginas. Le pongo ****1/2
Leo también el segundo tomo de los Diarios 2.004-2007 y me gustan tanto como los primeros. Refuerzo la idea de Muñoz Molina de "las afinidades" que yo tengo con este hombre. Somos de la misma generación, de una clase social parecida, vivimos en la misma ciudad, hemos leído mucho a los pensadores franceses, no tenemos sentimientos nacionalistas. Solo falta que se haga del Athletic o que yo me haga de la Real, cosa difícil..
Y leo el tercer tomo(2.008-2.010) y lo disfruto. Este tomo lo escribe cuando ya se ha editado el primero y el autor se da cuenta de que ahora es visible, que hay lectores como yo que le tenemos fichado y él está ahora más expuesto. Dada su personalidad supera la prueba sin problemas.
Leo también el segundo tomo de los Diarios 2.004-2007 y me gustan tanto como los primeros. Refuerzo la idea de Muñoz Molina de "las afinidades" que yo tengo con este hombre. Somos de la misma generación, de una clase social parecida, vivimos en la misma ciudad, hemos leído mucho a los pensadores franceses, no tenemos sentimientos nacionalistas. Solo falta que se haga del Athletic o que yo me haga de la Real, cosa difícil..
Y leo el tercer tomo(2.008-2.010) y lo disfruto. Este tomo lo escribe cuando ya se ha editado el primero y el autor se da cuenta de que ahora es visible, que hay lectores como yo que le tenemos fichado y él está ahora más expuesto. Dada su personalidad supera la prueba sin problemas.