Nada más empezar a leer me opongo a la tesis general sobre
la cultura que expone Don Mario y que sin duda va a marcar el contenido de sus
240 páginas. Defiende la postura de que la cultura, "la gran cultura" como le
llama él, debe ser para la minoría, al igual que decía Don Juan Ramón, y
desdeña todo aquello que huela a popular y “ligero” lo que lleva a la
“banalización” de la cultura.
Su tesis se puede resumir en este comentario:
"Queríamos acabar con las elites, que nos repugnaban
moralmente por el retintín privilegiado, despectivo y discriminatorio con que
su solo nombre resonaba ante nuestros ideales igualitaristas y, a lo largo del
tiempo, desde distintas trincheras, fuimos impugnando y deshaciendo a ese
cuerpo exclusivo de pedantes que se creían superiores y se jactaban de
monopolizar el saber, los valores morales, la elegancia espiritual y el buen
gusto. Pero hemos conseguido una victoria pírrica, un remedio peor que la
enfermedad: vivir en la confusión de un mundo en el que, paradójicamente, como
ya no hay manera de saber qué cosa es cultura, todo lo es y ya nada lo es."
Como no podía ser de otro modo defiende también la
literatura frente a los medios audiovisuales basándose en el mismo principio y
considerando que solo es cultura lo que es grave e intelectual. Según voy
avanzando me permito el lujo de discrepar de algunas de sus teorías y
comentarios y a estar de acuerdo con otras. El ensayo salta de tema en tema y
no sigue una línea argumental, lo que por un lado es de agradecer pues me ha
mantenido atento.
El libro contiene como prólogo de sus siete apartados (no se
les puede llamar capítulos) diez artículos copiados de sendos artículos de el
autor en El País, siempre agradables de
releer, y sus apartados podrían ser apuntes que el autor ha ido tomando a lo
largo de su vida reciente sin ánimo de escribirlos para formar parte de un
ensayo.
Así pues no era lo que me esperaba pero me lo he pasado muy
bien tratando de elaborar mis propios conceptos sobre la cultura, que si tenéis
tiempo os los cuento cualquier día.
Don Mario escribe como los ángeles y he leído el libro en un abrir y cerrar de ojos.
Don Mario se lamenta del camino que ha tomado el mundo de la cultura hacia el mundo del entretenimiento pero pelea como
Don Quijote. Generaliza demasiado y no quiere admitir que el entretenimiento también es cultura.
Dado que este Blog habla de libros, copio este comentario sobre los mismos que nos hace Don Mario desesperado y refunfuñando en sus últimas páginas.
"Digo esto sin el menor ánimo beligerante contra los
medios audiovisuales y desde mi confesable condición de adicto al cine -veo dos
o tres películas por semana-, que también disfruta con un buen programa de
televisión (esa rareza). Pero, por eso mismo, con el conocimiento de causa
necesario para afirmar que todas las buenas películas que he visto en mi vida,
y que me divirtieron tanto, no me ayudaron ni remotamente a entender el
laberinto de la psicología humana como las novelas de Dostoyeski, o los
mecanismos de la vida social como La guerra y la paz de Tolstoi, o los abismos
de miseria y las cimas de grandeza que pueden coexistir en el ser humano como
me lo enseñaron las sagas literarias de un Thomas Mann, un Faulkner, un Kafka,
un Joyce o un Proust."
Y este otro para terminar.
"No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe
O'Shea, filósofo de la
Universidad de Florida, afirmen: «Sentarse y leer un libro de
cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo
tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se
vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos». Lo
atroz de esta frase no es la afirmación final sino que el filósofo de marras
crea que uno lee libros sólo para «informarse». Es uno de los estragos que
puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética
confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke:
«Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros»."
...y lo que te rondaré, morena. Le pongo **** 1/2 a pesar de mis discrepancias.