Os voy a comentar un libro
de historias breves. Quizá sea algún síndrome infantil, pero los cuento siempre
me han encantado. Creo que hay tener un gran oficio para poder encandilar al
lector en tan solo unas páginas. No tienes margen de error, si te desvías un milímetro,
si titubeas, el relato se te va de las manos.
Jiménez Lozano
es un escritor conocido, aunque quizá no tanto como sus paisanos Umbral y Delibes.
Entre otros premios, en 2002 recibió el Cervantes. Hoy vive retirado en su casa
refugio de Alcazarén, un pueblecito, cercano a Valladolid, de 715 habitantes. Lo
comento, porque ha llegado a mis oídos la vocación eremita de algunos de los
lectores del blog. Así que ¡!ánimo!!
Volviendo al libro, os tengo que confesar que la referencia la saqué del número 1.000 de Babelia, en el que los críticos valoraban los mejores libros que habían aparecido en el Suplemento. Creo que acertaron, los cuentos de Jiménez Lozano son preciosos. El tema son las mujeres: leyendas bíblicas, trabajadoras, heroicas, silenciosas, sufridoras. A su modo, es un homenaje a la mujer a través de retratos de mujeres concretas. Todo ello en una prosa austera, pero llena de matices. Muy bien escrita. Da gusto leer -sin traductores- a un escritor en la lengua de Cervantes; del que, por cierto, Jiménez Lozano es un devoto admirador.
Me ha llamado
la atención que en sus historias no aparezca alguna en que la mujer sea ese
objeto de deseo que ha hecho que la especie humana llegue hasta nuestros días. Las
mujeres de Jiménez Lozano son portadoras de toda clase de cualidades, pero no
despiertan pasiones.
Aun así, es un buen libro. Por desgracia, está descatalogado. Le doy ****
.
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