No
había tenido suerte con Landero, ni Juegos
de la edad tardía, que recibió el Premio de la Crítica y el Premio
Nacional de Narrativa, ni tampoco Caballeros
de Fortuna y El Mágico aprendiz,
supe disfrutarlos. Con El guitarrista
la cosa fue mejor. Pero después de leer El
balcón…creo que debo revisar los libros anteriores.
El
libro arranca con el relato de un pequeño fracaso. Landero nos muestra el
fragmento de una novela que está escribiendo, en la que el protagonista es un jubilado
que lleva una pistola en el calcetín. Ve que no le gusta y decide abandonarla,
con gran agobio para nuestro escritor.
Porque si abandonas la novela, me
dije, ¿qué haces? Es decir, ¿qué escribes? Porque no sabes vivir sin escribir.
No sabes. ¿Algo de tu vida, quizá de cómo la fantasía y el lenguaje fueron
arraigando en tu alma hasta que sin darte cuenta, te convertiste en poeta, allá
en la adolescencia? Pero eso, ¿será más
fuerte y auténtico que la pura ficción? Vamos, vamos, ¿desde cuándo lo vivido,
en literatura, es garantía de la verdad? ¿Y hasta qué punto el carácter
imaginario de la memoria, y tu afición a la inventiva y al embuste, no te
llevarán fatalmente hacia el derrotero de las patrañas novelescas? Con razón,
ya de pequeño, todos decían de ti: Pero ¡qué mentiroso es este niño!
Y
empieza a escribir de su familia, de su infancia y años de aprendizaje y lo que
escribe no son unas memorias, sino otra novela con protagonistas reales, que
nos seduce y en momentos nos hace disfrutar como pocas veces recuerdo haberlo
hecho. Escribe tan bien y lo que cuenta es tan sencillamente bonito que no vale
la pena seguir perdiendo el tiempo y lo mejor que puedo hacer es terminar y recomendaros
la lectura del libro.
El
libro no es extenso, menos de 250 páginas y letra más bien grande. Le he puesto
XXXX1/4 y está a
vuestra disposición.
Un
fuerte abrazo, y que tengamos todos un buen año.
Rafa