martes, 10 de febrero de 2015

Niebla (1914) de Miguel de Unamuno (1864 – 1936)

Esta novela, es una muestra de la libertad creativa de su autor, que dice haber ideado un nuevo estilo de narración que bautizó con el nombre de nivola, a semejanza de Antonio Machado que a un heterodoxo soneto suyo lo llamó sonite.

El prologo del libro, a requerimiento de Don Miguel, está escrito por uno de sus personajes: Victor Goti, que en el transcurso de la novela nos explica que también está escribiendo una, de características semejantes a la que estamos leyendo. Nos dice que va a escribirla como se vive, sin saber lo que vendrá, sin plan alguno. Los personajes se irán haciendo según obren y hablen, sobre todo según hablen, y su carácter se irá formando poco a poco, aunque a veces su carácter sea no tenerlo. Psicología y descripciones escasas o ninguna: diálogo, sobre todo, diálogo, que los personajes hablen mucho, aunque no digan nada.  

  - Porque a la gente le gusta la conversación por la conversación misma, aunque no diga nada. Hay quien no resiste un discurso de media hora y se está tres horas charlando en un café. Es el encanto de la conversación, de hablar por hablar, del hablar roto e interrumpido.
  - También a mi el tono de discurso me carga…
  - Si, es la complacencia del hombre en el habla, y en el habla viva… Y sobre todo que parezca que el autor no dice las cosas por sí, no nos molesta con su personalidad, con su yo satánico. Aunque, por supuesto, todo lo que digan mis personajes lo digo yo…
  - Eso hasta cierto punto…
  - ¿Cómo hasta cierto punto?
  - Si, que empezarás creyendo que los llevas tú, de tu mano, y es fácil que acabes convenciéndote de que son ellos los que te llevan. Es muy frecuente que un autor acabe por ser juguete de sus ficciones…
  - Tal vez, pero el caso es que en esta novela pienso meter todo lo que se me ocurra, sea como fuere.
  - Pero acabará no siendo novela.
  - No, será…, será…nivola.                       

                     Niebla trata de los amores, venturas y desventuras de Augusto Pérez, maduro burgués, que a la muerte de su madre vive solo con un matrimonio de criados. La historia, siguiendo las reglas arriba enunciadas es ágil, divertida, con toques de humor, que sin duda sirvieron de fuente a Rafael Azcona, y termina confrontando a su agonista con su autor.

También de una novela, como de una epopeya o de un drama se hace un plano, pero luego la novela, la epopeya o el drama se imponen al que se cree su autor. O se le imponen sus agonistas, sus supuestas criaturas. Así se impusieron Luzbel y Satanás primero, Adán y Eva, después, a Jehová. ¡Y ésta si que es nivola, u opopeya o trigedia! Así se me impuso Augusto Pérez.
Cuando me negué a indultar de la muerte a mi Augusto Pérez, me dijo éste:"No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme; ¿conque no lo quiere?, ¿conque he de morir ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don Miguel, ¡también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de que salió...! ¡Dios dejará de soñarle! ...
                  
Una vez más Unamuno me ha sorprendido y encantado con este excelente libro, que gustó más al público que a la crítica de hace cien años y que se editó en doce idiomas.  Creo que conserva toda su frescura y os animo a que lo leáis. Le he puesto XXXX1/4 y está a vuestra disposición.

Rafa

2 comentarios:

Diego dijo...

Niebla y La tía Tula eran las dos novelas que nos introducían al conocimiento de Don Miguel a las que habría que añadir Paz en la guerra.

Tengo que reconocer que leí las tres y que solo recuerdo Paz en la guerra.

Luego vinieron sus obras más filosóficas que leí compartiendo, aunque no entendiendo del todo, el dolor que sufría Don Miguel incapaz de separar su vida y su obra de sus sentimientos.

Me animaré a releer Niebla. Gracias, Rafa.

Un abrazo.

Favian Tuscalli dijo...

Estoy gratamente sorprendido de que siga habiendo personas que se preocupen por obras tan notables en la historia de la literatura española como lo es Niebla. Una pena que ya no se cultive el habito lector de este tipo de novelas, por así decirlo anticuadas.
Es una obra sublime del genio de Unamuno, especialmente por conceptos como el de nivola. Aunque, claro, los valores intelectuales hoy en día se encuentran sumidos en una decadencia como lo son también los valores morales.
De cualquier modo, es sin duda una novela que merece ser leída. Gracias por revelar esta obra el público.
Un saludo.