Me envía mi hermano Asís esta joya con esta nota:
“Es lo que se llama un libro bien escrito. Claridad
meridiana.Que te diviertas.
Asís”
Me sugiere leer primero la nota 2 del primer capítulo que
dice así:
“Porque el hijo de los Reyes Católicos amó mucho y muy temprano a una
rubia flamenca, y por la infantil enfermedad(….) que llevó a mejor vida al
nieto portugués de Isabel y Fernando, llamado a ser Rey de toda la península,
vinieron los Austrias a reinar a España y los rumbos históricos hispanos
sufrieron una funesta contorsión. ¿Podrá nadie discutir que esos dos terribles
golpes del azar cambiaron la historia de Occidente? (Claudio Sánchez Albornoz)”
Un libro magnífico escrito por este hispanista y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias
Sociales.
Aprovecha el autor su conocimiento de
la época en la que vivió Cisneros para hacer una descripción de la misma y
mostrarnos los problemas a los que tuvo que enfrentarse el nuevo Estado y Cisneros como regente, con la fusión de los Reinos que
hasta entonces lo formaban incluidas las posesiones de los árabes en el suelo
peninsular, las dificultades de sucesión
de Fernando e Isabel por su hija Juana cuyo hijo Carlos acabaría reinando, el descubrimiento de América y la posesión de aquellas
tierras y de sus gentes, la expulsión de los judíos y de los moriscos y las actuaciones
de la Inquisición, la llegada de nuevos aires de cambio con los
ilustrados y los futuros protestantes, las guerras fuera de la península, y la
presión de los antiguos nobles que temían perder sus privilegios, junto a las
reivindicaciones de los fueros y leyes.
Cisneros defiende el bien común, la justicia y el orden
público por encima de los intereses personales de los Reyes y de las facciones. Lucha contra la
corrupción que abunda por la codicia de las gentes, los cambios de situación
que ofrecían oportunidades de saquear el mancomún, y la falta casi absoluta de
control del nuevo Estado. Dicho esto con la salvedad de que Cisneros es un hombre de la época y no un héroe solitario.
Me ha llevado el Sr. Pérez a la conclusión de que, desde muchos
puntos de vista, España no ha cambiado tanto, y que la lucha por el
privilegio, el poner el interés personal por encima del interés común, y la consiguiente corrupción, siguen siendo los mismos. Sánchez Albornoz tiene razón al decir que los rumbos históricos de España sufrieron una funesta contorsión.