Faulkner es, como Proust, Kafka, Joyce, un autor
que piensas debes leer, pero lo dejas, esperando una gripe o una temporada
más relajada de lo habitual.
Italo Calvino dice tener prevención por las obras del tipo "monólogo interior", hasta el punto que no consiguió terminar el Ulises, e incluso Faulkner le caía más bien pesado.
Italo Calvino dice tener prevención por las obras del tipo "monólogo interior", hasta el punto que no consiguió terminar el Ulises, e incluso Faulkner le caía más bien pesado.
Para Vargas Llosa Santuario es una de sus obras
maestras, y que debe figurar detrás de las magníficas Luz de Agosto y ¡Absalón, Absalon!
Yo había leído: Las palmeras salvajes (traducida por
Borges), de la que guardo un confuso recuerdo y que le puse “un muy bien”, y Luz de Agosto que califiqué de extraordinaria.
Réquiem para una mujer (o Réquiem para una monja), la vi en teatro, hace un pilón de años, con Aurora Bautista de protagonista.
He empezado varias veces El Ruido y la furia, pero no he conseguido entrar.
Todo lo anterior no es nuevo y se lo envié a Diego en Noviembre del pasado año a propósito de qué recomendar de este autor.
Réquiem para una mujer (o Réquiem para una monja), la vi en teatro, hace un pilón de años, con Aurora Bautista de protagonista.
He empezado varias veces El Ruido y la furia, pero no he conseguido entrar.
Todo lo anterior no es nuevo y se lo envié a Diego en Noviembre del pasado año a propósito de qué recomendar de este autor.
Pero después de haber
leído Mientras agonizo, su quinta novela y
libro tremendo, tengo unas enormes ganas de leer más de este señor que recibió el
Nobel en 1949.
El libro está compuesto por monólogos
interiores: cincuenta y nueve, la mayoría de ellos, de los componentes de la pobre y
orgullosa familia Bundren, que asisten al final de la vida de su esposa y madre
Addie, y con singular mezcla de egoísmo y generosidad luchan contra los
elementos, superando las adversidades y transportan en un pobre carromato su
cadáver hasta el cementerio de Jefferson a fin de cumplir su deseo de ser
enterrada junto a su padre.
Muchas escenas parecen aguafuertes, con
contrastadas luces y sombras, que recuerdan a Valle-Inclán: Mientras agoniza Addie
escucha a Cash, uno de sus hijos, como sierra y clava su ataúd a la luz de un
farol.
Addie, en su único monólogo, dice:
…
recordaba que mi padre decía que el sentido de la vida era prepararse para
estar muerto mucho tiempo. Y cuando tenía que verles día tras día, cada uno con
sus secretos y sus egoísmos personales, y una sangre extraña en cada uno y
extraña a la mía y pensaba que éste parecía ser el único modo de estar
preparada para morir, odiaba a mi padre por haberme engendrado. Siempre andaba
buscando ocasión de encontrarles en falta para así pegarles. Cuando la vara
caía la sentía en mi carne; cuando les levantaba verdugones y ronchas en la
piel era mi sangre la que corría, y a cada palo pensaba: ¡Ahora sabéis quien
soy yo! Ahora soy algo en vuestras vidas secretas y egoístas, ya que he
señalado vuestra sangre con la mía para siempre… Comprendí que había sido eso,
no que tuvieran las narices sucias, sino que nos habíamos tenido que usar unos
a otros por medio de palabras como arañas que se cuelgan por la boca de una
viga, se balancean y retuercen sin tocarse nunca y que sólo por medio de la
vara mi sangre podría mezclarse con la suya en una sola corriente.
Para Harold Bloom, autor de El Canon Occidental, es una de las
grandes novelas americanas, y el título de la obra es una cita de las amargas
palabras que el espectro de Agamenón dice a Ulises en la Odisea (libro
XI, “El descenso de los muertos”):
Y
mientras agonizaba camino del Hades, aquella perra se alejó y no quiso cerrarme
los ojos.
No parece que la acción de Clitemnestra tenga su paralelo en el libro, pero sin duda la obra tiene un tono de densa tragedia, muy difícil de alcanzar.
Me ha parecido un libro que merece realmente la pena y le he puesto xxxx1/2