Libro muy especial, una novela diferente, quizás como
muchas de la literatura japonesa. El autor urde una trama que le sirve para meditar
sobre él mismo desde los casi setenta años de edad. Para empezar el
protagonista es un álter ego de Oé, y tanto su íntimo amigo de la infancia, como
su familia real, forman parte de la trama bajo nombres ficticios. Así pues el
libro tiene mucho de autobiográfico con recuerdos del autor sobre literatura, sobre su infancia, su ideario sobre la vida y la muerte, sobre el suicidio, el desarme
nuclear, la derrota de Japón, y el terrorismo (el 11/S está reciente). En cada
uno de estos aspectos menciona a algunos autores míticos. Para la vejez y la muerte
los poemas de Gerontion de T. S. Elliot, para la acción política a Dostoyevski
y sus “Demonios”, Céline y su “Viaje al fin de la noche”, Beckett, y para la situación de Japón después de la Guerra Mundial a
Mishima.
La trama es la preparación de un acto terrorista con el que su íntimo amigo pretende incitar al protagonista a escribir su última novela.
Me he acordado de Rafa cuando el protagonista tiene que
decidir deshacerse de la mayor parte de su biblioteca, que incluye sus propias
obras. Vaya problema más gordo.
El lenguaje es muy frío y reduce la carga emocional de la
acción, de los pensamientos, y de los diálogos. Quizás esto sea debido al hecho
de que el traductor sea el japonés Terao Ryukichi, profesor de literatura
hispanoamericana.
El libro empieza y acaba mencionando estos versos del Gerontion de T. S. Elliot.
“¡Adios, libros míos! Tal como los ojos de los que están
destinados a morir, también los ojos imaginados deberán cerrarse algún día.
El hombre cuyo amor haya sido rechazado, se pondrá de pié.
Pero su creador se aleja caminando.”
Elliot
Le pongo **** y se la recomiendo a los que tengan paciencia
para leer. Personalmente voy a ver si encuentro una buena edición de poemas de Elliot.