Donna
Tartt es una autora singular, que a contracorriente de los usos editoriales
americanos ha publicado solo tres libros en los últimos 20 años. Leí en 1993 su
primera novela El secreto y me gustó;
en 2003 publicó Juego de niños, que
no he leído y el año pasado El Jilguero,
con excelente acogida de crítica y público, recibiendo varios premios entre
ellos el Pulitzer, considerado el más
importante de USA.
Theo
Decker, de trece años, ha sido expulsado del colegio y acompañado de su madre debe
ir a una entrevista con la dirección del centro.
Una
fuerte lluvia les obliga a refugiarse en el Met,
donde tienen la oportunidad de ver el pequeño cuadro el Jilguero, del pintor holandés Fabritius, discípulo de Rembrandt
y maestro de Vermeer, para la madre su primer amor en pintura.
Esta
deja a Theo en la sala con un anciano y una niña pelirroja.
Se
produce un atentado terrorista con bomba y en la confusión el anciano, agonizante, le pide
que rescate el cuadro de entre los cascotes y le entrega un anillo.
Theo
busca a su madre, y al no encontrarla huye con la pintura.
Más
tarde sabrá que ella también ha fallecido.
Así
arranca la historia, a ratos policíaca, de este huérfano que a lo largo de
quince años, como un héroe de Dickens, conocerá varios hogares y ciudades y curiosos personajes. Pero, Theo no es un joven inocente, sino que
oscila ambiguamente, entre lo puro y bueno y lo turbio y malo. Esta lucha se
mantendrá a lo largo de la novela, o de las novelas ya que las cinco partes en
que está dividida son otras tantas novelas: las más con excelente ritmo, aunque
alguna sea algo lenta.
Algo asusta el tonelaje de un libro, si bien confieso haber disfrutado con muchos grandes
mamotretos aun teniendo la pega, como dice Stephen King refiriéndose a una
crítica de Jack Beatty, que hay que ser cuidadoso y evitar que el libro pueda caerte
en un pié y hacerte una avería. En este caso el libro tiene 1152 páginas, pero su gran capacidad de seducción mantiene tu interés hasta la última página.
Le
he puesto XXXX
Rafa
2 comentarios:
Desde luego hay que tener mucho cuidado con estos tochos. Yo sobreviví al último tocho que leí,"El final del desfile" de Madox Ford aunque con agujetas.
Muy curioso el comentario de King. Leo en esta página que "El jilguero" de Fabritius se expone en estos momentos en Nueva York. Bonito cuadro.
A ver si me animo.
Un abrazo.
Acabo de terminar "El Jilguero" y, la verdad, no me ha gustado. Impulsado por varias recomendaciones dentro y fuera del blog, he empezado a leerlo y al principio lo he disfrutado. El arranque es trepidante y todo apunta a que después se desarrollará una historia interesante y llena de incógnitas por resolver. Vamos, que prometía ser una lectura veraniega de las buenas.
Sin embargo, a partir de cierto momento he perdido por completo el interés en la historia y su protagonista. La trama no tenía mucho que ver con lo que yo esperaba y el personaje cada vez me parecía más antipático. Lo mismo que me ocurrió con Freedom de Jonathan Franzen, me pareció que el personaje no era creíble. Por otro lado, para mi gusto se queda a medio camino entre esos bestsellers fantasiosos pero divertidos (tipo El Ocho de Katherine Neville) y novelas de más fuste donde el gancho es la profundidad de los personajes (algo de Paul Auster).
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