Autora desconocida para mí. Nacida en México en una familia
de origen búlgaro sefardí. Escribe en ladino y en castellano y es una poeta
reconocida en ambas lenguas. Este libro ha ganado el Premio Xavier Villaurrutia
de escritores para escritores (¡) 2.012.
Me atrae este libro por la promesa que encierra el dorso del
libro, un viaje al pasado y al interior de la escritora tomando como
hilo conductor la lengua que ha mantenido su familia a lo largo de los más de
quinientos años de diáspora desde que los Reyes Católicos expulsaran de España a los judíos que se llevaron su lengua y su cultura.
Efectivamente mi instinto me premia pues el libro consiste
en un viaje hacia adelante y hacia atrás en el tiempo y el espacio, incluido el tiempo de los
sueños en los que se encuentra con las personas de su familia y con sus
recuerdos. Viaja buscando a sus antepasados en Sofía, Salónica, Esmirna,
Estambul, y al hilo del ladino visita a expertos en esta lengua, que está
muriendo, que siguen discutiendo cual debe ser la grafía pues es una lengua
fundamentalmente de transmisión oral. Naturalmente habla del lenguaje en
general y por tanto de su identidad.
Así pues creo que la incluiré en la lista de libros de
ensayo y viajes a pesar de su contenido poético. La autora pone el énfasis en
su búsqueda pero el lector descubrirá lo que fue y sigue siendo el
pueblo sefardí.
Intentaré recordar la frase en ladino que da título al libro
y que dice mucho del espíritu que acarrean los sefardíes por el mundo.
“El meoyo del ombre es una tela de sevoya”
O lo que traducido pudiera ser: “La mente o el alma del
hombre es una tela de cebolla”, viniendo a expresar que el hombre tiene
una mente frágil como las hojas de la cebolla.
Le pongo ****