martes, 1 de octubre de 2013

Antígona, de Sófocles. 442 ac.

Para terminar de rellenar mis ratos libres - salas de espera de aeropuertos, aviones y noches de hotel en localidades con escaso atractivo turístico - me apunté para probar a un curso de la plataforma Coursera sobre la Grecia antigua. Para los que no sepáis qué es Coursera os cuento que se trata de una plataforma para hacer cursos de nivel universitario a través de Internet. Así dicho, suena a que no vas a aprender nada, pero en esto como en tantas otras cosas los americanos son unos monstruos. El curso es entretenidísimo y se aprende bastante (sin entrar en profundidad a ninguno de los temas) con un esfuerzo muy medido. Os copio el link por si os interesa:

Dentro de este curso, el profesor nos puso de deberes leer Antígona, de Sófocles, lo cual me da pie a hacer mi primera entrada sobre una obra de teatro. Me ha pasado un poco como cuando leí a Homero, que me dejó con la sensación de que estos malditos griegos ya habían inventado casi todo lo importante hace 2.500 años. Incluso me ha recordado un poco a Shakespeare. Por boca de Creonte, rey de Tebas, y de sus sobrinas Antígona e Ismene, Sófocles no solo nos cuenta una historia tremenda (la genuina tragedia griega), sino que aprovecha para sentar cátedra sobre varios temas universales. Sobre el dinero, dice:

"...porque entre los hombres, nada, ninguna institución ha prosperado nunca tan funesta como la moneda; ella destruye las ciudades, ella saca a los hombres de su patria; ella se encarga de perder a hombres de buenos principios, de enseñarles a fondo a instalarse en la vileza; para el bien y para el mal igualmente dispuestos hace a los hombres y les hace conocer la impiedad, que a todo se atreve."

Bárcenas, redivivo.  

A lo largo de toda la obra, entre declamación y declamación, he encontrado perlas como esta:

Y tú, que te movías por palacio en silencio, como una víbora, apurando mi sangre... 

O esta otra:

Pero, ante tu desgracia, no me avergüenza ser tu socorro en el remo, por el mar de tu dolor.

En otro momento, Hemón utiliza estas sutilezas para decirle a su Creonte, su padre, que se está equivocado:

Padre, el mas sublime don que de todas cuantas riquezas existen dan los dioses al hombre es la prudencia. Yo no podría ni sabría explicar por qué tus razones no son del todo rectas; sin embargo, podría una interpretación en otro sentido ser correcta.

Ya veis que me ha gustado. Os recomiendo su lectura (breve) y de paso el curso de Coursera. Lo podéis leer online en este enlace: http://www.ciudadseva.com/textos/teatro/sofocles/antigona.htm

2 comentarios:

Diego dijo...

Muy bueno, Peter, al recordarnos a los griegos de la Grecia Clásica. Habría que preguntarse porque no tuvieron continuidad. Siento corregirte pero el blog ya tiene otra entrada del género, La Orestiada de Esquilo. Gracias de cualquier modo por las dos recomendaciones. Lo de coursera tiene buena pinta, a ver que encuentro. Un abrazo. Diego

Rafa dijo...

Hace un par de años en la agradable edición de bolsillo de Letras Universales de Cátedra leí las siete tragedias que se conservan de Sófocles, dicen que escribió más de cien. Me parecieron buenísimas, sobre todo: Antígona, Edipo Rey y Electra. Creo que son muy atractivas para cualquier lector.
Los cursos tienen buena pinta.
Un abrazo
Rafa