Eduardo
Lago vive desde hace 25 años en Nueva York, donde fue director del Instituto
Cervantes y actualmente es profesor de literatura en el Sarah Lawrence College. En
el 2006 ganó con Llámame Brooklyn el
premio Nadal. Esta es su segunda
novela.
El original de Laura es un texto disperso en 138 fichas que
componen el borrador del último libro que a su muerte dejó inconcluso Vladimir
Nabokov, siendo su voluntad la destrucción del original.
Esto no se hizo,
y fue su hijo Dmitri quién publicó las fichas en forma de libro. Lago buscando desvelar
el misterio de esas fichas, encuentra que la mejor manera de hacerlo es escribiendo
una novela.
En ella su
alter ego Benjamín Hallux contrata a su vez a Stanley Marlowe, un imaginativo escritor
fantasma (en español: “un negro”), que ha escrito para otros autores de
best-sellers, entre otras: Un templo en
el fondo del mar; El pijama de
Auschwitz; La tristeza del espadachín;
El tiempo sin pespuntes, etc. (se
observa el humor de Lago).
En
paralelo con la historia anterior, Marlowe es contratado por la bellísima
esposa del multimillonario Arthur Laughton para que escriba una autobiografía
de su marido antes de que este muera.
La
novela es una animada y laberíntica intriga, donde no es difícil perderse,
sobre el mundo editorial y sobre la propia creación.
El
informe Marlowe, supone una auténtica hipótesis sobre el manuscrito de Nabokov,
cuya última ficha, la número 138,
presidida de la desnudez escalofriante de una tríada de ceros encierra un
proceso de aniquilación de la palabra, que se despeña en el vacío: 00 [0], eliminar,
suprimir, borrar, tachar, cancelar, anular, obliterar, en suma destruir..
Dentro
de la novela hay otro relato de Marlowe, titulado Un torso sin rostro, que narra una historia terrible de locura y
crimen. A medida que avanzaba su lectura fui reconociendo que su argumento confluía
con el de una excelente novela de Siri Hustvedt: Todo cuanto amé (2003), en la que los personajes de ficción tenían
otro nombre siendo los reales Siri Hustvedt, Paul Auster, su marido, y el hijo
del primer matrimonio del conocido escritor.
La
historia ya entonces me impresionó por su dureza y hoy la encuentro aún más
escalofriante, sin poder evitar la pregunta de qué llevó a su autora a utilizar
un tema tan privado y serio como el principal de una novela.
Le
he puesto XXX3/4 y está a vuestra disposición
Rafa
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