Muy en su estilo hace una introducción para explicarnos cómo empezó su idea de escribir una novela y qué procedimientos siguió para ello, procedimientos que sin duda influyeron en su estilo tan personal. Cuenta que decidió escribir en inglés, lengua que no dominaba, y luego traducir el texto al japonés con lo que conseguía evitar los posibles excesos de palabras y giros bien conocidos del autor y con ello simplificaba y reducía a lo esencial lo que quería contar.
Cuentan que Murakami es el novelista del siglo XXI y quizás
tengan razón. Lo que no se le puede negar ya desde estas dos primicias es su
personalidad como inventor de historias, personalidades, situaciones, y
lenguaje. Un gran inventor.
En estas dos novelas ya aparecen sus personajes solitarios y
torturados a la búsqueda de su “raison d’etre” Hombres jóvenes en el inicio de sus vidas como personas emancipadas. En ambas habla en primera persona y nos cuenta su vida y
la de su amigo El Rata, un joven rico que se dedica al “dolce far niente” Pasan
estos amigos gran parte de su tiempo en el Jay’s Bar donde beben múltiples
cervezas y escuchan música de jazz, música clásica, y pop y folk de los años 60
y 70. Esta constante mención a la cultura musical occidental es una
característica que Murakami mantiene en muchas de sus novelas. Mezcla en sus dos historias el humor con la
fantasía y la invención aunque en menor medida de los que lo hará en sus obras
más modernas. El estilo me ha sorprendido favorablemente pues es un poco más
florido y en algunos casos, lírica, y muy descriptiva.
Pinball, que es como se llaman en inglés las maquinitas
llamadas en España “Flippers” o “Petacos”, y que nosotros llamábamos "nisperillos" es una novela más elaborada y la relación
de dependencia que establece el protagonista con una de ellas llamada “Space
Ship” es kafkiana, un poco angustiosa y finalmente divertida.
Resumiendo, una lectura indispensable para los fans de
Murakami que así entenderán mejor los orígenes de este escritor que tanto nos
hace disfrutar. Le pongo ****
El Rata torturado por no encontrar su lugar en este mundo dice en un momento de tensión intensa:
"El Rata volvió la cabeza hacia el techo y cerró los ojos despacio. Después, como si cortara la corriente, apagó todas las luces del interior de su cabeza y enterró su corazón en una nueva oscuridad"
1 comentario:
Espero ansiosa la lectura de estas dos novelas. Releí "Kafka en la Orilla" y me gustó aún más si cabe que la primera vez.
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