Libro de difícil clasificación que me presta y recomienda
fervientemente mi amiga Covadonga, que leo con muchísimo interés, y que me va
seduciendo según avanzo en su lectura.
No sé si es una autobiografía, la biografía del padre del autor, el relato de la vida en
familia en Medellín de una familia burguesa , o yendo más lejos un ensayo
sobre la Colombia de los años 1.960 a 1.990 y 2.005 desde el punto de vista
sociológico, político, económico, y
religioso con sus luchas violentas entre facciones de extrema derecha
con los militares, paramilitares, jerarquías ultra conservadoras de la Iglesia Católica,
frente a las facciones liberales, progresistas, y extremistas de izquierda defensores
de la igualdad en la educación, la salud, y el trabajo entre las distintas
clases sociales, luchas en las que se verán involucrados algunos miembros de la
familia y entre ellos el adorado padre del autor Héctor Abad, Catedrático de
Medicina, y figura política comprometida en la defensa de los derechos de los más
desfavorecidos. En resumen, un testimonio en primera persona.
Héctor Abad Faciolince |
Tiene el autor la habilidad de ser parte de la historia y a
la vez de intervenir como cronista de los sucesos de su familia, su país, y su
ciudad, sin perder la tensión y la emoción de la historia, que es la suya,
pues el lector se da cuenta desde el principio de que al padre querido y
adorado por el autor le va a pasar algo trágico.
Escribe con un estilo muy personal y reiterativo sobre todo en
aquellos los puntos que considera críticos en la historia y entre ellos el
trato amoroso y tolerante que recibía de su padre, y la pasión de este por la
defensa de la justicia social y los planes concretos que propuso y llevó a cabo
para la mejora de las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas.
El título del libro está sacado de uno de los Epitafios
escritos por José Luis Borges:
Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quién fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.
Termina el libro con esta frase y este deseo del autor al
escribir esta crónica:
"Lo que yo buscaba era eso: que mis memorias más hondas
despertaran. Y si mis recuerdos entran en armonía con alguno de ustedes, y si
lo que yo he sentido (y dejaré de sentir) es comprensible e identificable con
algo que ustedes también sienten o han sentido, entonces este olvido que
seremos puede postergarse por un instante más , en el fugaz reverberar de sus
neuronas , gracias a los ojos, pocos o muchos, que alguna vez se detengan en
estas letras"
Yo he sido uno de ellos. Le pongo ****
Yo he sido uno de ellos. Le pongo ****
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