viernes, 25 de mayo de 2012

Carlos Fuentes (1928-2012) La muerte de Artemio Cruz (1962)




No había leído nada del recientemente fallecido Carlos Fuentes y decidí leer esta famosa novela suya publicada en 1.962.

El obituario que publica The Economist por la reciente muerte de Fuentes nos muestra a un hombre cosmopolita, hijo de un diplomático mejicano, que desde la tierna edad de 11 años encuentra su vocación por la escritura. Amigo de los tres hispanoamericanos premiados con el Nobel, Garcia Márquez, Octavio Paz, y Vargas Llosa, él podría haber sido el cuarto, pues forma parte esencial de los inicios de la literatura hispanoamericana de los 60 y 70. Le dieron el Cervantes y el Príncipe de Asturias de las Letras, entre otros premios y se quedó a las puertas del merecido Nobel.

La muerte de Artemio Cruz es un relato de su vida desde el lecho de muerte. El lector tiene que hacer un esfuerzo al principio para seguir la forma de expresarse y los saltos cronológicos de esta mente enferma y delirante. La vida de un hombre que ha llegado a ser rico y poderoso a través de “la violencia, el soborno, el chantaje, y la explotación de los trabajadores (Wikipedia)”  Una vez que se le va cogiendo el tranquilo el lector se encuentra cada vez más cómodo y puede disfrutar de un relato con una escritura moderna en su fondo y en su forma, recargada en algunos momentos, y contundente en muchos. 

Recomiendo a los lectores que se hagan con un diccionario de la lengua mejicana para entender el significado de algunas palabras. Yo he usado el “Diccionario breve de mexicanismos” de la Academia Mexicana de la Lengua:


Artemio nace de forma humilde en 1.889 y muere en 1.960 a los 71 años de edad. Ha peleado en la Revolución, ha traicionado, ha adquirido de manera poco noble su primera fortuna y  ha llegado al poder económico, político, y mediático. Amante de muchas mujeres y sin ningún amigo íntimo, se solaza en su éxito y en el poder que este le da.

He aquí un ejemplo de su forma de ser cuando interpela en su delirio a su mujer y a su hija de manera prepotente y macho:

Imagínense ante un tendero que no fía, cabronas, ante un desahucio de domicilio, ante un abogado chicanero, ante un médico estafador, imagínense en la pinche clase media, cabronas, haciendo cola, haciendo cola para comprar leche adulterada, pagar impuestos prediales, obtener audiencia, conseguir un préstamo, haciendo cola para soñar que pueden llegar más alto, envidiando el paso de la mujer y la hija de Artemio Cruz en su automóvil, envidiando una casa en las Lomas de Chapultepec, envidiando un abrigo de mink, un collar de esmeraldas, un viaje al extranjero, imagínense en un mundo sin mi orgullo y mi decisión, imagínense en un mundo en el que yo fuera virtuoso, en el que yo fuera humilde: hasta abajo, de donde salí, o hasta arriba, donde estoy: sólo allí, se los digo, hay dignidad, no en el medio, no en la envidia, la monotonía, las colas: todo o nada: ¿ conocen mi albur? ¿ lo entienden?: todo o nada, todo al negro o todo al rojo, con güevos, ¿ eh?, con güevos, jugándosela, rompiéndose la madre, exponiéndose a ser fusilado por los de arriba o por los de abajo; eso es ser hombre, como yo lo he sido, no como ustedes hubieran querido, hombre a medias, hombre de berrinchitos, hombre de gritos destemplados, hombre de burdeles y cantinas, macho de tarjeta postal, ¡ah, no, yo, no! yo no tuve que gritarles a ustedes, yo no tuve que emborracharme para asustarlas, yo no tuve que golpearlas para imponerme, yo no tuve que humillarme para rogarles su cariño: yo les di la riqueza sin esperar recompensa, cariño, comprensión y porque nada les exigí ustedes no han podido abandonarme, se han prendido a mi lujo, maldiciéndome como quizás no hubieran maldecido mi pobre sueldo envuelto en papel manila, pero obligadas a respetarrne como no hubieran respetado mi mediocridad, ah viejas ojetes, viejas presumidas, viejas impotentes que han  tenido todos los objetos de la riqueza y siguen teniendo la cabeza de la mediocridad,…


He leído la edición de Biblioteca Básica Salvat que no os recomiendo pues aprieta el relato en 205 páginas. La edición de Alfaguara lo hace en 360, que me parece más adecuado para una lectura cómoda.

Le pongo **** ¼

1 comentario:

Rafa dijo...

Es una pena que a tu estupenda entrada haga este pobre comentario, pero la verdad es que no he tenido mucha suerte con Carlos Fuentes y este, su famoso libro, que leí en 1969, en la edición de bolsillo de Fondo de Cultura Popular de México, también con letra pequeña, le puse sólo "bien"(equivale a xxx1/2).
En la biblioteca tengo:
"Las buenas conciencias"(1959), que no recuerdo nada.
"Cambio de piel"(1967), premio Biblioteca Breve, a la espera de ser leído algún día.
"Los años de Laura Díaz"(1999), que me entretuvo mucho y le puse xxxx.
Un abrazo
Rafa