A
Marlowe le gustan las rubias, quizá porque le resultan muy peligrosas.
En
su estupendo libro, penúltimo de la serie y publicado en 1952, El Largo adiós, nos describe a Eileen
Wade y divaga sobre ellas.
Era esbelta y bastante alta…su pelo
era rubio pálido, como el de una princesa de cuento de hadas,…La miré
fijamente. Me pescó mirándola. Levantó la mirada un centímetro más y yo ya no
estaba allí. Pero estuviese donde estuviese, estaba conteniendo la respiración.
Hay rubias y rubias. Todas las
rubias tienen sus puntos… Está la rubia mona que habla como un pájaro y está la
rubia estatuaria... La rubia que mira de pies a cabeza, que huele
maravillosamente y que se cuelga del brazo y siempre está muy, muy cansada… Y
también estaba la rubia blanda y alcohólica que no le importa lo que lleva
mientras sea visón…La rubita pequeña que es una compañera y siempre quiere
pagar su parte, que está llena de sol y sentido común…La rubia pálida, pálida
con anemia, no fatal, pero si incurable, lánguida y llena de sombras y no se le
pone un dedo encima, primero porque uno no tiene ganas y segundo porque está
leyendo El paraíso perdido o Dante en el original, o Kafka o Kierkegaard…Y por
último , la maravillosa pieza de museo que se casa con un par de millonarios…y
termina con una villa color de rosa en Cap d’Antibes.
Benjamín
Black es el seudónimo con el que John Banville ha publicado varias novelas
policíacas protagonizadas por el Dr. Quirke, y en esta ocasión se lanza a
contarnos magníficamente una nueva investigación de Marlowe que como anuncia su
título trata de otra rubia.
Era más alta de lo que me había
parecido desde la ventana, alta y delgada, con hombros anchos y elegantes
caderas. Mi tipo, en otras palabras…una nariz preciosa, aristocrática…una
bonita sonrisa, cordial de momento y ligeramente ladeada, que le daba un
atractivo aire burlón. Era rubia, con los ojos negros, negros y profundos como
un lago de montaña…Una rubia de ojos negros no es muy frecuente...
La historia se sitúa después
de El largo adiós y antes de Playback, última novela de Chandler, que
escribió partiendo de un par de guiones, que no se llevaron al cine, y que
termina, contrariando a muchos, con el sí de Marlowe al matrimonio con la
millonaria Linda Loring.
Ha habido otros intentos de
dar vida a este personaje. Robert B. Parker, prestigioso autor policíaco, tomó
el borrador de los cuatro primeros capítulos de una novela empezada por Chandler
poco antes de su fallecimiento en 1959: Poodle
Springs (1989). Nuestro detective
está casado y la novela no funciona.
Este mismo autor volvió a
tratarlo con Perchance to dream
(1991), que es una continuación de The
big sleep, y que tampoco funcionó.
Black, sin embargo, consigue
dar con el verdadero Marlowe y te hace pasar un buen rato. Le he puesto xxxx y está a vuestra disposición, así
como todas las novelas de Chandler y de Parker, sobre este detective.
Rafa
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