Si estoy
chalado, tanto mejor, pensó Moses Herzog. Algunos le creían majareta, y durante algún tiempo él mismo
había llegado a pensar que le faltaba un tornillo. Pero ahora, aunque seguía
portándose de modo extraño, se sentía seguro de sí mismo, alegre, clarividente,
y fuerte. Había caído bajo una especie de hechizo y escribía cartas a todo
bicho viviente. (p.9, 1ª del libro)
Así
comienza esta novela, crónica de la desigual ventura de nuestro personaje capeando
las galernas de su tiempo.
Herzog
es judío y profesor de filosofía de cierto renombre y de 47 años, la misma edad
que su autor tenía cuando inició este libro, del que dicen ser muy autobiográfico.
Nuestro
hombre acaba de divorciarse de la bella Madelaine, su segunda mujer, con la que
ha tenido su segundo hijo. Está obsesionado con esta separación y las
circunstancias que le han llevado a la ruina.
Pero eso
era precisamente uno de los problemas en que estaba trabajando: que aunque la
gente sea ahora libre, la libertad no tiene contenido alguno. Es como una gran
vaciedad llena de aullidos. (p.55)
Pero el
personaje moderno es inconstante, vacilante, dividido falto de la pétrea
certidumbre del hombre antiguo, y también privado de aquellas firmes ideas del
siglo XVII y de sus claros y duros teoremas. (p.130)
A veces se
preguntaba si no pertenecería él a una clase de gente secretamente convencida
que tenía un arreglo con el destino; esa gente que, a cambio de su docilidad e
ingenua bondad, se creen protegidos de las peores brutalidades de la vida. (p.181)
Lo mejor
que podía hacer era resignarme y someterme al destino....Vivimos en una época
de agotamiento espiritual. Todos los antiguos sueños han sido ya soñados. Todo
esto me irritaba…pero leía cada vez más, enfermo de tanta indignación. (p.271)
El
problema de Herzog resulta algo reiterativo, no así los jugosos y divertidos
personajes secundarios magníficamente retratados, donde brilla el humor de
Bellow.
Shapiro
…Hablaba con largas frases – podían llamarse proustianas – de construcción
germánica y llenas de increíble retórica. Por ejemplo decía “Tomando una
posición equilibrada, yo me atrevería a afirmar el mérito de esa tendencia
antes de haber hecho una consideración más reposada” (p.91)
En cambio,
Gersbach intervenía siempre brillantemente en la conversación, Su estilo era
tan enfático y sus miradas tan impresionantes, parecía tan listo cuando
hablaba, que se olvidaba uno de comprobar si tenía algún sentido lo que decía.
(p.94)
…los
Herzog, que eran ágiles y todos ellos habían heredado la viveza y elegancia de
su padre, que había pasado por esta vida como en una especie de desfile de una
sola persona. (p.283)
En
el diario “El Mundo”, María Ramirez nos
cuenta que en 1964, justo antes de
editarse, y en su afán de perfección, Bellow
reescribió casi totalmente el libro sobre las galeradas de prueba y las envió a
su editor. Cincuenta páginas no llegaron, ya que la oficina de correos de
transito del “original“ fue atracada y los ladrones, en su huida las destruyeron al
carecer de valor para ellos. Bellow tuvo que reescribir de nuevo esas páginas.
La
novela obtuvo el National Book Award de 1965 y su autor recibió el Nobel de
Literatura en 1976. He leído la edición de Ediciones Destino de 1965, con traducción,
que suena muy bien, de Rafael Vázquez Zamora, de la que he copiado los fragmentos.
En la solapa se reseña que el libro fue un best-seller, que se mantuvo en las
listas por largo tiempo, cosa inimaginable hoy en día.
Por qué ser
un tipo tan emotivo… Pero lo soy, Si, lo soy y a los perros viejos no se les
puede enseñar. Yo soy así, y así continuaré siendo. ¿Para qué luchar contra
ello, si soy así irremediablemente? Es mi inestabilidad la que me sirve de
estabilizadora. No la organización, ni el valor, como les pasa a los demás.
Comprendo que es penoso ser así, pero así soy y no tiene remedio. (p.383)
Confieso
que me ha costado algo superar la primera parte de la novela, sin embargo ha
valido la pena seguir adelante. Le he puesto xxxx1/4 y está a vuestra disposición.
Rafa