Antes de escribir Stoner (estupenda novela comentada por Rafa en el blog en 2012), John Edward Williams escribió otras dos novelas. La primera, Nothing But The Night (1948), le pareció tan mala que años después renegaba medio en broma de haberla escrito, al menos eso dice Michelle Latiolais (escritora americana desconocida que fue alumna de Williams en la Universidad de Denver) en la introducción de Butcher's Crossing.
La segunda fue este western que no tiene nada que ver con Stoner y que aunque en mi opinión es una obra menor, me ha merecido mucho la pena leer. Después de intoxicarme leyendo El Jilguero, he disfrutado con la prosa sencilla y sin artificios de John Williams, y con una historia de aventuras auténtica.
Williams - al que no puedo dejar de llamar Stoner, convencido de que aquel profesor de universidad es él mismo - nos narra el viaje (iniciático, como no) de Will Andrews, un joven estudiante de Boston que viaja a Kansas para experimentar en sus carnes una cacería de bisontes. En el pueblo de Butcher's Crossing empezará su viaje hacia el oeste en busca de las enormes manadas que antaño pastaban en las praderas de Norteamérica.
Williams no hace ningún alegato explícito (acaso leyendo entre líneas) sobre una de las mayores barbaridades que el ser humano ha perpetrado en la tierra. Antes de la llegada del hombre blanco a Norteamérica habitaban en aquel continente unos sesenta millones de bisontes (o búfalos, según se prefiera). Los cazadores americanos fueron capaces en menos de cien años de reducir ese número a los 541 bisontes americanos que quedaban vivos en 1889. La carne no era muy apreciada pero sí las pieles, y de hecho la mayoría de las veces se dejaba el bisonte muerto y pelado en mitad de la pradera para que fuera pasto de carroñeros. Hay una escena muy gráfica de la película Bailando Con Lobos que nos da una idea de como era la cosa.
La novela tiene muchos puntos a su favor, como pueden ser los personajes que viajan con Andrews y la propia transformación del personaje principal al ir sufriendo las vicisitudes propias de la cacería. Pero lo que más me ha gustado es la capacidad de Williams para hacer que el lector participe como uno más en la aventura, pasando calor, masticando el polvo del camino, saciando el hambre de la dura jornada comiendo alubias de la sartén alrededor de la hoguera. Es una novela que huele a bisonte.
Una pena que Williams no escribiera más que cuatro novelas. La cuarta y última es Augustus (1972), que fue la que tuvo más reconocimiento ya que fue ganadora del National Book Award (de hecho compartió premio con Chimera, de John Barth). Habrá que leerla.
A Butcher's Crossing le pongo **** y lo recomiendo a los amantes de John Williams, del salvaje oeste americano y de los bisontes.