sábado, 15 de agosto de 2015

Padres e hijos (1862) de Ivan Turguénev (1818-1883) y La dedicatoria (1977) de Botho Strauss (1944)

Padres e hijos es el único libro que he leído de este autor ruso occidentalista y totalmente opuesto ideológicamente a su contemporáneo y eslavófilo Dostoievski (1821-1881) que no paraba de echar pestes contra Turguénev, por sus opiniones y por una deuda de juego que aquél le reclamaba  y al parecer Don Fiodor nunca pagó.

El libro, de apenas 230 páginas, es un emotivo ejemplo del choque de ideas entre generaciones expresada con pasión y lirismo.

En el ensayo que prologa la edición Bela Martinova nos dice:
Padres e hijos es una obra sumamente trascendente para la historia de la literatura rusa. Y ello, por varias razones; la primera, y tal vez la más conocida, es la que le atribuye la innegable influencia que desempeñó a la hora de abolir la servidumbre, imperante en Rusia hasta 1861. La segunda se debe a la descripción que en ella hace Turguénev de la confrontación de dos ideales, el aristocrático y el nihilista… en las personalidades de Pável Petrovich Kirsanov y de Bazárov…y ser los portadores…de dos ideas tipo…que si bien siempre han coexistido en la historia de la humanidad, también han dividido significativamente al mundo…Al estudio…de estas tipologías, les dedicó Turguénev tiempo y reflexión…hasta plasmar su original enfoque filosófico en su célebre ensayo Hamlet y Don Quijote.

El pasado 17 de Julio en el Cultural de El Mundo Ignacio Echevarría publicó un artículo muy interesante  titulado Emociones Injertadas, del que me he permitido transcribir un fragmento, (http://www.elcultural.com/secciones/Minima_molestia/10/160/5)
y que comenta unos pasajes del libro de Botho Strauss, La dedicatoria (1977), en la edición, de elegante diseño, que de la novela hizo Alfaguara en 1984, con traducción de  Genoveva Dietrich. Leí varios libros de este autor en los ochenta, que aún conservo, y recuerdo que me gustaron: La hermana Marlene y Teoría de la amenaza; la mencionada: La dedicatoria; Rumor; Parejas y transeúntes y El hombre joven. Después le perdí de vista y aunque sigue en activo apenas se han traducido nuevas obras a nuestra lengua.

El protagonista de la novela es un hombre al que su pareja ha abandonado bruscamente, sumiéndole en una bancarrota emocional, anota cuantas ideas pasan por su cabeza con el propósito de restaurar la conversación interrumpida. En una de éstas, se pone a leer Padres e Hijos de Turgeniev, y observa el modo en que esa lectura lo arma para un tipo de experiencias de las que carece. Se pregunta entonces si puede ocurrir que la lectura de ciertos libros eleve nuestros sentimientos a una altura superior a la que nos corresponde.
Y concluye: “Por la vía imaginaria hemos encontrado la pasión olvidada, pero lo que ésta desencadena en nosotros, su emoción, no es en absoluto imaginario, sino real, como lo son las lágrimas y los temblores. Es un sentimiento que exige ser utilizado, que reclama la experiencia personal. Pero en nuestro presente cotidiano nada le corresponde. En él todo se rige por una dieta sentimental pobre. La verdadera vida no ofrece oportunidades para vivirla hasta la saciedad. Así, tras leer el libro, la pasión dispuesta a saltar acecha en nosotros pero nadie la invita a la acción”.
Da que pensar esta idea de la lectura (pero lo mismo cabría decir de una melodía o de una película, por ejemplo) como excitante de sentimientos que la vida diaria no puede colmar.

He vuelto a leer La dedicatoria, libro del que no recordaba nada y me ha gustado, le he puesto XXXX , lo mismo que a Padres e hijos, ambos están a vuestra disposición,

Rafa

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