Estos
dos estupendos escritores, a los que nunca agradeceré debidamente los buenos
ratos que he pasado leyendo sus libros, se hicieron muy amigos y empezaron a
mantener una correspondencia regular. Este libro recoge las cartas que cruzaron
entre 2008 – 2011.
En
ellas hablan de la amistad, de la crisis económica, de deportes, de arte, de libros y bibliotecas, de malas críticas, de
alimentación, del matrimonio, del amor y de más cosas. Auster es el más animado,
con anécdotas largas y apenas contradice a Coetzee, que con menos palabras,
aunque con un deje algo amargo, se mueve mejor en el mundo de las ideas. Os
copio varios ejemplos, en los que abundan las referencias al segundo, ya que es
más fácil citarlo.
Me da la impresión de que a finales
de los setenta o principios de los ochenta pasó algo que provocó que las artes
perdieran su papel protagonista de nuestra vida interior. Estoy más que
dispuesto a dar crédito a los diagnósticos de lo que pasó entre entonces y
ahora que aluden a la política, la economía o la historia mundial. Sin embargo
me da la sensación de que ni escritores ni artistas consiguieron en general
salir airosos del desafío que sufrió su rol protagonista, y que ese fracaso nos
ha hecho más pobres. (John)
Yo no tengo mucha fe en lo que hago.
Para ser más preciso tengo la fe justa para poder escribir: la fe justa o tal
vez la esperanza justa, una esperanza ciega o deslumbrada, en que si le dedico
suficiente tiempo y atención al proyecto que tengo entre manos, “funcionará”,
no será un fracaso palpable. Pero esa fe o esa esperanza solo llegan hasta ahí.
No tengo demasiada fe en que mi obra perdure. (John)
Tu aflicción y la mía: la aflicción
compartida de dos caballeros de edad avanzada ante el rumbo que está siguiendo
el mundo. ¿Cómo se escapa uno del destino completamente risible de convertirse
en vejestorio, en el típico abuelo puñetas que, cada vez que se embarca en uno
de sus discursos sobre lo que pasaba “en mis tiempos”, hace que los chavales
pongan los ojos en blanco con desesperación silenciosa? El mundo se está yendo
al infierno en una cesta de mano, me decía mi padre, y antes que él lo decía su
padre y así sucesivamente hasta llegar a Adán. Si el mundo llevara tantos años
yéndose al infierno, ¿no debería haber llegado ya? Sin embargo, cuando miro a mí
alrededor lo que veo no se parece al infierno. (John)
A los que somos escritores nos
deberían animar estas palabras de Groucho Marx: Fuera de un perro, el mejor amigo del hombre es un libro. Dentro de un
perro está muy oscuro para leer. (Paul)
Le
he puesto XXX3/4 y está a vuestra disposición
Rafa
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